Al tiempo que se celebra en Copenhague la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, en cuya recta final parece triunfar el escepticismo acerca de la posibilidad de que se alcance algún acuerdo que frene el desastre, dos expertas del Instituto de Psiquiatría del King’s College de Londres (en el Reino Unido) advierten en un artículo del peligro que supone el cambio climático para la salud mental de la población mundial.
Publicado por la revista especializada Psychological Medicine bajo el título “El cambio climático en la salud mental (¿pero se discutirá sobre la salud mental en Copenhague?)», en él Lisa Page y Louise Howard, afirman que el cambio climático resultará crucial para la aparición de nuevos trastornos mentales a nivel global, y también afectará a las personas que sufran enfermedades mentales serias.
A pesar de esto, denuncia el King’s College en un comunicado, no se le prestará a este tema mucha atención en la cumbre de Copenhague.
Revisión de estudios
Page y Howard revisaron una serie de estudios recientes realizados por científicos y relacionados con el impacto potencial del cambio climático en la salud mental humana.
A partir de esta revisión, las expertas concluyeron que los efectos más nocivos de esta situación recaerán en aquellas personas que de antemano padezcan alguna enfermedad mental seria, pero que también habrá un incremento de los trastornos mentales en individuos previamente sanos, de todo el planeta.
Las científicos alertan de la falta de investigaciones sobre los mecanismos por los que el cambio climático provoca y potencia este tipo de trastornos, y de la necesidad de que se realicen nuevos estudios para que se puedan llevar a cabo políticas fundamentadas en conocimientos, que permitan
afrontar los problemas que han de llegar.
Según declaró Page en el comunicado del King’s College, mientras los delegados discuten (en Copenhague) sobre los efectos del cambio climático y sobre las posibles respuestas al problema que han de dar los Gobiernos, las expertas temen que los efectos del cambio climático en la salud mental de la gente sean ignorados a largo plazo, lo que supondría un tremendo riesgo para millones de personas en un futuro no lejano.
Riesgos potenciales
Las investigadoras han identificado diversas formas por las que el cambio climático podría afectar a la salud mental.
En primer lugar, los desastres naturales (como inundaciones, ciclones o sequías), que se están incrementando como consecuencia del cambio climático, provocan trastornos psiquiátricos adversos en las personas que los sufren. Estos trastornos han sido bien documentados en los estudios sobre las repercusiones de los desastres naturales, y entre ellos se encuentran el trastorno por estrés post-traumático, la depresión severa o los trastornos somatoformes.
Por otra parte, las necesidades de las personas con enfermedades mentales crónicas a menudo son pasadas por alto tras un desastre de esta envergadura, momento en que las intervenciones psicológicas suelen centrarse en aquellos individuos que acaban de sufrir un trauma. En estas situaciones, el riesgo de mortalidad o de empeoramiento de los enfermos mentales, por tanto, aumenta.
En tercer lugar, a medida que las temperaturas se incrementan, las personas con enfermedades mentales son particularmente vulnerables al peligro de muerte relacionada con el calor. A esta situación contribuyen los medicamentos psicotrópcios, la preexistencia de enfermedades respiratorias o cardiovasculares o el abuso de sustancias. Además, la cantidad de suicidios también podría incrementarse a partir de un umbral de temperatura.
Asimismo, los expertos prevén que como consecuencia del cambio climático aparecerán nuevas enferemdades infecciosas graves. Este hecho también tendrá un impacto piscológico en la población, en forma de estrés psicológico, ansiedad y estrés traumático, advierten Page y Howard.
Otro aspecto del cambio climático que afectará a la salud mental de la población mundial será el derivado de los cambios costeros y del incremento de las inundaciones, que se espera obliguen a migraciones y desplazamientos masivos.
Por otra parte, la urbanización, un fenómeno que podría ser en parte beneficioso (porque aumenta las oportunidades de trabajo y también la posibilidad de acceder a servicios de salud) se está asociando con un incremento de la incidencia de esquizofrenia en países desarrollados.
Buscar soluciones
Según publica a este respecto la agencia de noticias de la UE, CORDIS, el volumen de investigaciones sobre los efectos sanitarios generales del cambio climático va en aumento. Algunos autores calculan que este fenómeno provoca en la actualidad más de 150.000 muertes cada año, una cifra que probablemente empeorará en las próximas décadas.
En lo que se refiere a la salud mental, hasta cierto punto se ha tomado conciencia de los efectos del cambio climático en ella, pero mayoritariamente se habla de estas repercusiones en términos imprecisos, y en los debates que se plantean rara vez participan quienes realizan investigaciones sobre salud mental u ostentan competencias políticas.
La peor parte de los efectos del cambio climático, en lo que a salud mental de la población se refiere, la sufrirán los países pobres o en vías de desarrollo porque, en ellos, la asistencia de salud mental ya es deplorable y, en caso de que su situación económica empeore como consecuencia del cambio climático, será improbable que reciban prioridad para afrontarla.
Howard y Page concluyen que es urgente que los profesionales de la salud mental emprendan estudios científicos sobre este tema. En ellos deberían colaborar diversas disciplinas como la climatología, la geografía, la epidemiología ambiental, el urbanismo, la economía, la modelización o las infraestructuras. La finalidad: planificar y poner en práctica los resultados que se obtengan de las investigaciones.
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