Si bien hay multitud de mujeres que no notan ningún síntoma en especial, hay algunas a las que los trastornos premenstruales dificultan el día a día: estado de ánimo depresivo, angustia, excesiva sensibilidad emocional, cansancio, falta de concentración, cefalea…
Sin embargo, según Leire Aperribai, doctora en Psicología por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), no se han acordado todavía criterios unificados para definir y diagnosticar esta enfermedad, “y, por lo tanto, es difícil canalizar intervenciones adecuadas para tratar a las mujeres que sufren estos síntomas”, declara la especialista en un comunicado de Basque Research.
La doctora Aperribai ha buscado llenar este vacío con su tesis doctoral. Su primera tarea ha sido definir el trastorno, y para ello se ha basado en la cuarta revisión del manual de Diagnósticos y Estadísticas de Trastornos Mentales de la Asociación Norteamericana de Psiquiatría.
En este manual se define el trastorno disfórico premenstrual, y se proponen criterios para su diagnóstico. Por ejemplo, se explica que los síntomas son suficientemente graves como para producir daños patentes, tanto en lo social como en lo laboral, y se detalla que esto acontece durante la fase luteínica, es decir, en el periodo entre la ovulación y la menstruación.
El manual expone además que los síntomas desaparecen cuando llega la menstruación, y que para su consideración como trastorno hay que sufrir un mínimo de cinco síntomas relacionados con él, y uno de ellos debe estar entre los siguientes: estado de ánimo depresivo,
sentimientos de desesperación o de auto-rechazo; angustia interna patente, tensión, sentimiento de no poder más; labilidad emocional manifiesta, es decir, tristezas y lloros súbitos o manifestaciones de hipersensibilidad emocional ante el rechazo ajeno; e irascibilidad e irritabilidad.
En opinión de Aperribai, en dicho manual se le concede una identidad especial al trastorno disfórico premenstrual, a pesar de que aún se clasifica entre los calificados “trastornos depresivos no especificados”, por lo que representa una propuesta firme, al tener en cuenta los principales grupos sintomáticos. Aperribai ha añadido además que, entre las clasificaciones actuales, ésta es la que mayor aceptación ha tenido.
Un 15% de afectadas
Así pues, tomando como punto de partida las definiciones y los criterios proporcionados por el manual, Aperribai ha configurado una serie de preguntas, y las ha validado mediante entrevistas a mujeres que, o bien trabajan, o estudian, en cualquiera de los tres campus de la UPV/EHU.
Y así ha constatado su fiabilidad. De hecho, y de acuerdo con los cálculos actuales, el trastorno premenstrual disfórico lo padece entre un 3-10 % de la población; en el estudio realizado por Aperribai, en cambio, se ha detectado que afecta a un 15 %.
La autora ha explicado que esa diferencia es “normal al tratarse de un test screening. Es decir, esta no es una herramienta de diagnóstico, sino un filtro para discernir quiénes padecen el trastorno y quiénes no”.
En ese sentido, ha incidido en su utilidad, tanto en el ámbito de la investigación como en el de los centros sanitarios. Bastan 10 minutos, o menos, para realizar el test, y se avanza mucho con él. Posteriormente se hacen pruebas de diagnóstico en los casos positivos, las cuales pueden prolongarse hasta los dos meses.
El título de la tesis es “Una evaluación del Trastorno Disfórico Premenstrual: construcción de una herramienta de screening”. Actualmente se está traduciendo el test al euskera: “Ya hemos terminado una parte, pero todavía nos queda un poco”, concluye Aperribai.
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