Un nuevo estudio podría explicar por qué las personas que no tienen la enfermedad celíaca o alergia al trigo experimentan sin embargo una variedad de síntomas gastrointestinales y extra-intestinales después de ingerir trigo y cereales relacionados. Los resultados sugieren que estos individuos tienen una barrera intestinal debilitada, lo que conduce a una respuesta inmune inflamatoria a lo largo del cuerpo.
Los resultados del estudio, que fue conducido por investigadores del Columbia University Medical Center (CUMC, Nueva York, EE.UU.), aparecen en la revista Gut.
«Nuestro estudio muestra que los síntomas reportados por las personas con este problema no son imaginarios, como algunos han sugerido», dice el coautor del estudio Peter H. Green, profesor de Medicina en CUMC y director del Centro de la Enfermedad Celíaca. «Esto demuestra que hay una base biológica para estos síntomas en un número significativo de estos pacientes.»
La enfermedad celíaca es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmune ataca por error el revestimiento del intestino delgado después de que alguien que es genéticamente susceptible al trastorno ingiere gluten de trigo, centeno o cebada. Esto conduce a una serie de síntomas gastrointestinales, incluyendo dolor abdominal, diarrea y distensión abdominal.
Los investigadores han tenido dificultades para determinar por qué algunas personas, que carecen de los marcadores genéticos, en la sangre o en los tejidos característicos de la enfermedad celíaca, experimentan síntomas gastrointestinales celíacos similares, así como ciertos síntomas extraintestinales, como la fatiga, dificultades cognitivas, o una perturbación del estado de ánimo, después de la ingestión de alimentos que contienen trigo, centeno o cebada.
Una explicación para esta condición, conocida como sensibilidad no celiaca al trigo o al gluten (NCWS, por sus siglas en inglés), es que la exposición a los granos de alguna manera desencadena la activación inmune sistémica aguda, en lugar de una respuesta inmune intestinal estrictamente localizada. Debido a que no existen biomarcadores para NCWS, no hay cifras exactas sobre su prevalencia, pero se estima que afecta a alrededor del 1 por ciento de los estadounidenses, más o menos la misma prevalencia que la enfermedad celíaca.
Participantes
En el nuevo estudio, el equipo examinó a 80 individuos con NCWS, 40 individuos con enfermedad celíaca, y 40 controles sanos. A pesar del daño intestinal extensivo asociado con la enfermedad celíaca, los marcadores sanguíneos de la activación inmune sistémica innata no estaban elevados en el grupo de la enfermedad celíaca.
Esto sugiere que la respuesta inmune intestinal en pacientes celíacos es capaz de neutralizar microbios o componentes microbianos que pueden pasar a través de la barrera intestinal dañada, evitando de este modo una respuesta inflamatoria sistémica contra moléculas altamente inmunoestimulantes.
El grupo NCWS fue marcadamente diferente. Ellos no tienen las células T citotóxicas intestinales observadas en los pacientes celíacos, pero sí un marcador de daño celular intestinal que se correlaciona con marcadores serológicos (de anticuerpos en la sangre) de la activación inmune sistémica aguda.
Los resultados sugieren que la activación inmune sistémica identificada en la NCWS está vinculada a un aumento de la translocación de los componentes microbianos y de la dieta desde el intestino a la circulación sanguínea, en parte debido a los daños en las células intestinales y al debilitamiento de la barrera intestinal.
«Un modelo de activación inmune sistémica sería coherente con la aparición generalmente rápida de los síntomas reportados en personas con sensibilidad no celíaca al trigo», dice el líder del estudio Armin Alaedini, profesor ayudante de medicina de la Universidad de Columbia, y miembro del Centro de la Enfermedad Celíaca.
Recuperación
Los pacientes de NCWS que siguieron una dieta sin trigo y cereales relacionados durante seis meses fueron capaces de normalizar sus niveles de activación inmune y marcadores de daño celular intestinal, observaron los investigadores. Estos cambios se asociaron con una mejora significativa tanto en los síntomas intestinales como en los no intestinales, según lo informado por los pacientes en cuestionarios detallados.
Alaedini añade en la nota de prensa de Columbia: «Los datos sugieren que, en el futuro, puede que usemos una combinación de biomarcadores para identificar a los pacientes con una sensibilidad no celíaca al trigo, y supervisar su respuesta al tratamiento.»
El estudio incluyó una colaboración internacional entre investigadores de CUMC y la Universidad de Bolonia (Italia). «Estos resultados cambian el paradigma de nuestro reconocimiento y comprensión de la sensibilidad no celíaca al trigo y probablemente tendrán importantes implicaciones para su diagnóstico y tratamiento», dice el co-autor Umberto Volta, profesor de medicina interna en la Universidad de Bolonia.
En futuros estudios de NCWS, Alaedini y su equipo planean investigar los mecanismos responsables de desencadenar el daño intestinal y la violación de la barrera epitelial, y caracterizar mejor las respuestas de las células inmunes.
Referencia bibliográfica:
Armin Alaedini et al.: Intestinal cell damage and systemic immune activation in individuals reporting sensitivity to wheat in the absence of coeliac disease. Gut (2016). DOI: 10.1136/gutjnl-2016-311964.
Hacer un comentario