La empresa estadounidense Bioquark, en colaboración con la india Revita Life Sciences, ha recibido aprobación ética de las autoridades sanitarias estadounidenses para trabajar con veinte personas declaradas en muerte clínica por lesión encefálica traumática y estudiar qué zonas de su sistema nervioso central pueden recuperar.
Los científicos del Proyecto ReAnima emplearán una combinación de terapias, entre las que se incluye el injerto encefálico de células madre y una combinación de aminoácidos, y la utilización de láseres y técnicas de estimulación nerviosa que han resultado eficaces con anterioridad para sacar a pacientes de un estado de coma.
El primer ensayo será de prueba de concepto no aleatorizado con un único grupo y tendrá lugar en el Hospital Anupam de Rudrapur, Uttarakhand (India). Las razones para que este proyecto se lleve a cabo en India son dos: los costes y la legislación existente acerca de mantener a un cuerpo con vida artificialmente.
A los participantes se les ha declarado en muerte clínica y solo se mantienen vivos por medios artificiales. Se mantendrán en observación durante varios meses para detectar indicios de regeneración, en concreto en la parte superior de la médula espinal, la región más baja del tronco encefálico que controla la respiración independiente y los latidos, informa la agencia europea Cordis.
Muerte cerebral
La muerte se define como la conclusión de todas las funciones biológicas que mantienen vivo a un organismo. La muerte cerebral, que se entiende como la pérdida completa e irreversible de toda función encefálica (incluida la actividad involuntaria necesaria para conservar la vida) según el informe de 1968 del Comité Ad Hoc de la Escuela de Medicina de Harvard, es la definición jurídica de muerte humana vigente en la mayoría de los países del mundo.
Si bien los humanos declarados en muerte cerebral no están técnicamente vivos, algunos estudios han mostrado que el encéfalo mantiene actividad eléctrica que permite que siga circulando la sangre, se digieran alimentos, se excrete, se equilibren las hormonas, se crezca, se madure sexualmente, se sanen heridas, suba la fiebre y se geste y se dé a luz. Sin embargo, estos niveles de actividad eléctrica no bastan para lograr que el organismo funcione plenamente.
Los humanos carecen de capacidades notables de regeneración del sistema nervioso central, a diferencia de otras especies como los anfibios, los planarios y algunos peces que son capaces de reparar, regenerar y remodelar zonas amplias de su encéfalo y tronco encefálico incluso tras sufrir traumatismos críticos mortales.
Es más, estudios recientes sobre la compleja regeneración encefálica de estos organismos sacaron a la luz datos interesantes sobre el almacenamiento de recuerdos tras una destrucción completa del encéfalo, lo cual podría tener implicaciones de gran calado para entender la consciencia y la estabilidad de la persistencia de la memoria.
La compañía aclara que no espera devolver a la vida a nadie. «Nuestro estudio nos permitirá obtener información inédita sobre el estado de la muerte cerebral humana, la cual resultará relevante para el desarrollo de terapias contra otras afecciones graves de la consciencia como el coma o los estados vegetativo y mínimamente consciente, así como sobre múltiples enfermedades degenerativas del sistema nervioso central como las de Alzheimer y Parkinson», comenta Sergei Paylian, fundador, presidente y director científico principal de Bioquark
El proceso, informa La Vanguardia, ya se ha probado anteriormente con salamandras, cuyas extremidades vuelven a crecer. Asimismo el experimento se ha probado con otras especies de anfibios y algunos peces, donde se ha comprobado que se ha regenerado una porción considerable de su cerebro después de haber sufrido un trauma grave.
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