Un estudio realizado en la Universidad de Upsala (Suecia) ha observado que un alto consumo de leche está asociado con mayor mortalidad en mujeres y hombres, y con mayor riesgo de fracturas en mujeres.
Los investigadores del estudio, publicado en el British Medical Journal (BMJ), recomiendan prudencia al interpretar los resultados porque no está claro cuál es la causa y cuál el efecto: las personas con problemas óseos tienden a beber más leche, como se les recomienda habitualmente.
Se suele promover una dieta rica en productos lácteos para reducir la probabilidad de fracturas osteoporóticas. En concreto, se ha recomendado, señalan los autores, una ingesta de lácteos equivalente a tres o cuatro vasos de leche al día se ha sugerido para reducir el 20% de los costes de salud relacionados con la osteoporosis.
Posibles efectos no deseados
Una alta ingesta de leche puede, sin embargo, tener efectos no deseados, ya que la leche es la principal fuente dietética de D-galactosa. La evidencia experimental en varias especies animales indica que la exposición crónica a la D-galactosa es perjudicial para la salud y la adición de D-galactosa mediante inyecciones o en la dieta produce envejecimiento.
Incluso una dosis baja de D-galactosa induce cambios que se asemejan al envejecimiento natural en animales, acortando el tiempo de vida por los daños producidos por estrés oxidativo, inflamación crónica, neurodegeneración, disminución de la respuesta inmune, y cambios en los genes. Es decir, que las recomendaciones de ingesta de leche podrían ser contradictorias.
Los científicos de Upsala intentaron comprobar estos efectos negativos de la leche en humanos. Los estudios existentes al respecto analizaban el efecto de todo tipo de lácteos, como queso o yogur -que tienen bajo o nulo contenido en lactosa y galactosa-, y no mostraban un patrón claro de riesgo, por lo que decidieron separar los efectos de la leche de los de los otros lácteos. Los lácteos fermentados también pueden tener efectos antiinflamatorios y probióticos.
"De hecho", señalan en la introducción del artículo, "un alto consumo de lácteos fermentados está asociado con una reducción de las enfermedades cardiovasculares, mientras que un alto consumo de leche se asocia con un aumento del riesgo de diabetes y problemas cardiovasculares".
En el estudio, por tanto, analizaron la relación entre el consumo de leche y la mortalidad y las fracturas óseas, así como marcadores biológicos de estrés oxidativo e inflamación.
Para ello utilizaron los datos de 1987-90 y 1997 de la Cohorte Sueca de Mamografías, 61.433 mujeres de entre 39 y 74 a las que se invitó a realizarse mamografías al tiempo que se les pedía rellenar un cuestionario sobre dieta y estilo de vida. También utilizaron la Cohorte de Hombres Suecos, con datos de dieta y estilo de vida de 45.339 hombres.
Se tuvieron en cuenta los datos de fallecimientos disponibles hasta el 31 de diciembre de 2010, así como los datos de fracturas del registro nacional de pacientes. También se analizaron biomarcadores de estrés oxidativo en 892 mujeres de 70 años de media y en 633 hombres de 77 de media.
Resultados
La media de consumo de leche diario fue de 240 gramos entre las mujeres y de 290 entre los hombres (un vaso de leche son aproximadamente 200 gramos). Se encontró una relación directa en mujeres entre el consumo de leche y la mortalidad total, así como las fracturas, en especial la fractura de cadera.
En el caso de los hombres se encontró también la relación directa entre consumo de leche y mortalidad, aunque en menor medida que en las mujeres, y estaba asociada principalmente con la tasa de muerte cardiovascular. No se observó una relación con las fracturas, ni directa ni inversa.
En cuanto a otros lácteos, las mujeres con un alto consumo de queso o productos de leche fermentada en comparación con las mujeres con ingestas bajas tenían tasas de mortalidad y de fractura más bajas. En el caso de los hombres estos efectos eran casi inexistentes.
El consumo de leche se asoció positivamente con el estrés oxidativo en ambos sexos, y con la inflamación sólo en hombres. El consumo de productos lácteos fermentados indica una relación negativa tanto con el estrés oxidativo como con los marcadores inflamatorios. No se observó tal asociación con la ingesta de queso.
Prevenciones
En teoría, reconocen los autores del estudio, las conclusiones sobre las fracturas podrían explicarse por un fenómeno de causalidad inversa, donde las personas con una mayor predisposición para la osteoporosis pueden haber aumentado deliberadamente su consumo de leche.
Para evitar ese sesgo estudiaron el consumo de leche también antes de la primera fractura. "Por otra parte, el alto consumo de leche también se relacionó con una mayor mortalidad entre los que no tuvieron una fractura durante el seguimiento".
Además, añaden, "la posibilidad de una causalidad inversa también se contradice con el hecho de que los productos lácteos fermentados estaban relacionados con un menor riesgo de fractura y que antecedentes personales o familiares de fractura de cadera no estaban asociados con un mayor consumo de leche. No obstante, no podemos descartar la posibilidad de que nuestro diseño o análisis no haya logrado captar un fenómeno de causalidad inversa".
Por todo ello, consideran que es necesario un estudio aleatorio para comprobar fehacientemente la relación entre la leche y estos efectos en la salud. En cuanto a las diferencias entre hombres y mujeres, creen que pueden deberse a que los datos sobre las mujeres eran más completos.
Por último, los investigadores resaltan que la D-galactosa que se ingiere con cereales, frutas y verduras es mucho menor que la que se ingiere con la leche. "La cantidad de lactosa en un vaso de leche corresponde a aproximadamente 5 gramos de galactosa, mientras que la cantidad que hay en 100 gramos de frutas o vegetables se mide en miligramos o decenas de miligramos".
Referencia bibliográfica:
Karl Michaëlsson et al.: Milk intake and risk of mortality and fractures in women and men: cohort studies. BMJ (2014). DOI: http://dx.doi.org/10.1136/bmj.g6015.
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