Los pasados días 2 y 3 de junio se celebró en Madrid el III Congreso Extraordinario Proyectos y Utopías para un Mundo Mejor, que reunió a especialistas en diversos sectores, como educación, desarrollo sostenible, derecho ambiental o economía solidaria, para poner en común sus ideas, exponer alternativas a las formas de vida actuales y presentar diversos proyectos.
El congreso, inspirado en La Carta de la Tierra y la Década para la Educación para el Desarrollo Sostenible, fue organizado por la Fundación Valores y contó con diversos colaboradores, como la UNESCO, el Ministerio de Educación y Ciencia (M.E.C. de España y la Fundación Cultura de Paz, que preside el ex-secretario general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, entre otras prestigiosas instituciones.
En representación del Secretario General de Educación del M.E.C., Alejandro Tiana, Juan López Martínez recalcó en su intervención la importancia de la educación en valores, de manera que éstos impregnen cada vez más la vida cotidiana, así como la importancia del papel de la escuela en la creación de una sociedad más justa, sostenible y pacífica, como la que plantea la Carta de la Tierra.
Por su parte, la titular de la Cátedra UNESCO de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible, María Novo, analizó los modelos de pensamiento que históricamente han llevado al desarrollo anti-ecológico de nuestro mundo actual, y que ha dado lugar a una brecha creciente entre el norte y el sur del planeta. El nuevo modelo de desarrollo que necesitamos, afirmó Novo, debe implicar el cuidado de la Naturaleza y el respeto a la biodiversidad desde una perspectiva no sólo científica, sino también artística y cultural.
Los nuevos paradigmas desarrollados por la ciencia, más holísticos e integradores de todos los aspectos del ser humano y de nuestro planeta, aún no han alcanzado las gestiones políticas y económicas del mundo, señaló María Novo, añadiendo que dichas gestiones deben contemplar sin más dilación cuestiones como la extensión del desarrollo sostenible a toda la humanidad, la reorientación de prioridades, la revisión del concepto de necesidad, la puesta de la tecnología al servicio del ser humano y la posibilidad de una globalización alternativa: equitativa, solidaria y diversa.
Para conseguir estos objetivos, concluyó Novo, debemos aprender a utilizar la intuición y la empatía para interpretar al otro y también a la realidad, buscando significados más allá del mundo lógico. Hemos de avanzar hacia un pensamiento sintético que se enuncia como sentir lo que sabemos y saber lo que sentimos. Para ello es útil ejercitar el pensamiento lateral con el que podamos cambiar el observador para ver el mundo desde otra perspectiva.
Derechos humanos prácticos
En el encuentro también se expusieron tres proyectos llevados a cabo en Brasil por el Centro de Defensa de los Derechos Humanos de Petrópolis: “Pan y Belleza”, destinado a ofrecer comida a diario a 300 habitantes de las fabelas más pobres de la ciudad; “Mujeres y Masa”, que pone en marcha cooperativas donde las mujeres hacen pan y otros productos para venderlos; y el último “Hijos de la Tierra”, que lleva a cabo una labor de reinserción social e integración en la vida laboral de jóvenes marginados.
Por otro lado, Enrique del Río, promotor y asesor de proyectos de desarrollo local y empresas de economía social, autor de varios libros y presidente de la cooperativa española Proempleo, se centró en explicar los valores de una economía solidaria, que propone que los individuos sean agentes protagonistas de la economía general, que se ejerza el consumo responsable, que se abra un debate entre la población para la redefinición de nuevos valores y que se avance en la autogestión, todo ello en pos de resolver la injusticia social que supone que el 20% de los habitantes del planeta acaparen los recursos naturales, mientras que el 80% restante de la población mundial carece de lo más imprescindible para la supervivencia.
Por su parte, alumnos de la Universidad de LLeida presentaron la Carta de la Tierra en Acción Motriz, un proyecto que ha incluido el diseño de un catálogo de conductas motrices sostenibles para la evaluación de los procesos de optimización en relación a los valores de la Carta de la Tierra .
Resilencia y drama ecológico
Leonardo Boff, doctor en teología y filosofía, profesor de teología sistemática y ecuménica en Petróplis, Rio de Janeiro, Brasil, y uno de los iniciadores de la «Teología de la Liberación» , intervino en el congreso señalando que estamos afrontando una situación extrema como consecuencia del calentamiento global del planeta, una situación que nos lleva a vivir una época de urgencias porque la Tierra puede entrar en un estado caótico en cualquier momento, produciendo catástrofes inimaginables que afecten a la biosfera y diezmen la vida de millones de seres humanos.
Sin embargo, afirmó Boff, no debemos considerar esta situación como una tragedia cuyo fin sería desastroso, sino como una crisis capaz de liberar un núcleo de valores, de visiones y de prácticas alternativas, que deben servir de base para un nuevo ensayo de civilización. Según Boff, depende de nosotros el hacer que los trastornos climáticos no se transformen en tragedias, sino que sean crisis de crecimiento hacia un nivel mejor en la relación ser humano con la Naturaleza.
En este contexto, Boff trajo a colación el concepto de resiliencia, cada día más utilizado en los centros de pensamiento. El término procede de la metalurgia y de la medicina y hace referencia a la cualidad que tienen los metales de recuperar, sin deformarse, su estado original después de sufrir pesadas presiones.
En medicina, en el ramo de osteología, es la capacidad de los huesos de crecer correctamente después de sufrir una fractura grave. A partir de estos campos, el concepto pasó a otras áreas como la educación, la psicología, la pedagogía, la ecología, el dirección de empresas… en definitiva, para ser aplicada a todos los fenómenos vivos que implican fluctuaciones, adaptaciones, crisis y superación de fracasos o de estrés.
Dos componentes
La resiliencia comporta dos componentes: resistencia frente a las adversidades -capacidad de mantenerse entero cuando se es sometido a grandes exigencias y presiones-, y capacidad de sortear la dificultad, aprender de las derrotas y reconstituirse, creativamente, transformando los aspectos negativos en nuevas oportunidades y ventajas. En otras palabras, todos los sistemas complejos adaptativos, en cualquier nivel, son sistemas resilientes. Así como cada persona humana y el sistema entero de la Tierra.
Los riesgos que se presentan con el calentamiento planetario, con la escasez de agua potable, con la desaparición de la biodiversidad y con el sacrificio de esta Tierra, «que tiene un rostro de tercer mundo y cuelga de una cruz de padecimientos», deben ser encarados menos como fracasos y más como desafíos que invitan a cambiar sustancialmente y que enriquecerán nuestra vida en la única casa común. Resignarse y no hacer nada es la peor de las actitudes, pues implica renunciar a la resiliencia y a las salidas creativas.
Los estudiosos de la resiliencia, explicó Boff, nos atestiguan que para que seamos resilientes positivamente necesitamos ante todo cultivar un vínculo afectivo, con la Tierra en nuestro caso: cuidarla con comprensión, compasión y amor; aliviar sus dolores mediante el uso racional y moderado de sus recursos, renunciando a toda violencia contra sus ecosistemas. El Norte debe poner en práctica una retirada sostenible de su afán de consumo, para que el Sur pueda tener un desarrollo sostenible y en armonía con la comunidad de vida.
Importa estimular el optimismo, pues la vida ha pasado por innumerables devastaciones y siempre ha sido resiliente y ha crecido en biodiversidad. Es determinante que nos proyectemos un horizonte utópico que dé sentido a nuestras alternativas, que van a configurar lo nuevo que nos salvará a todos. En este ambiente malsano importa mantener la salud; así es como Gaia será también saludable y benevolente para con todos, afirmó Boff.
Ausencia de realismo
Federico Mayor Zaragoza, antiguo miembro del Parlamento español y europeo, y fundador y presidente de la Fundación Internacional para una Cultura de Paz, fue el encargado de cerrar el congreso y su charla versó sobre la importancia de la utopía, de la actitud permanente de búsqueda, de nuevos rumbos y caminos. No se puede transformar lo que se acepta, los realistas no hacen nada porque no quieren cambiar la realidad, pero hoy día nos interesa modificar la realidad en profundidad.
Zaragoza citó la Carta de las Naciones Unidas, que comienza diciendo: “Nosotros los pueblos de la Tierra decidimos evitar el horror de la guerra a las generaciones venideras…” y para ello se creó la UNESCO, para hacerlo a través de la educación, la ciencia, el arte y la cultura para crear cambios, para cambiar el tejido de hilos multicolores que conforma la humanidad.
Los pasos deben darse en dos sentidos: el de renunciar a la imposición y el de pensar en las generaciones futuras. Para ello es imprescindible que nos pongamos en “pie de paz”, expresión de acción pero desde la paz, para dejar de ser meros espectadores y pasar a implicarnos, involucrarnos e integrarnos.
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