Un informe de Naciones Unidas sobre el cambio climático ha llegado en el momento más oportuno para una posible revisión de los compromisos políticos relacionados con el clima, al mismo tiempo que crece la agitación social demandando la declaración de emergencia climática y medidas eficaces para proteger el planeta de las consecuencias medioambientales de la acción humana.
Entre 2007 y 2016, la producción de alimentos, la agricultura, la silvicultura y otras actividades humanas relacionadas con el uso de la tierra representaron entre el 21% y el 37% de las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por la actividad humana, según el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el organismo de Naciones Unidas dedicado a evaluar la ciencia relacionada con el cambio climático.
Estas emisiones podrían reducirse, agrega, si hubiera más tierras disponibles para absorber carbono.
Para ello sería necesario reducir el consumo de carne en favor de las dietas basadas en vegetales; proteger y gestionar más bosques de manera sostenible; y tratar los suelos con contenido orgánico.
En el informe se pone de manifiesto también que, si bien una mejor gestión de la tierra puede contribuir a hacer frente al cambio climático, no es la única solución.
Si se quiere mantener el calentamiento global muy por debajo de 2 °C, o incluso en 1,5 °C, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de todos los sectores es fundamental.
El informe recuerda que en 2015, los gobiernos respaldaron el objetivo del Acuerdo de París de reforzar la respuesta mundial al cambio climático manteniendo el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales y prosiguiendo los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C.
Aunque el informe reconoce que debe mantenerse la productividad de la tierra a fin de velar por la seguridad alimentaria en un contexto de incremento demográfico y de aumento de los efectos negativos del cambio climático en el crecimiento de la vegetación, al mismo tiempo advierte que la contribución de la tierra a la lucha contra el cambio climático no es infinita.
También añade que las políticas ajenas a los sectores de la tierra y la energía, como las relativas al transporte y el medioambiente, también pueden resultar decisivas para hacer frente al cambio climático.
Movilización política y social
La revista Nature señala al respecto que el informe llega en un momento especialmente oportuno por dos motivos.
Por un lado, porque tanto en agosto como en septiembre, representantes gubernamentales se reúnen bajo el paraguas de Naciones Unidas en Nairobi, Nueva Delhi y Nueva York para revisar el progreso en la protección de la biodiversidad y la mitigación de la desertificación y el cambio climático.
En segundo lugar, porque el creciente movimiento juvenil por el cambio climático aumenta la presión sobre los agentes políticos y señala al mismo tiempo el camino a seguir para salir del atolladero climático.
Tienen razón
La revista, una de las más prestigiadas en el mundo de la ciencia, señala que los miembros del movimiento climático juvenil tienen razón.
“Han pasado casi tres décadas desde que las tres convenciones de la ONU, sobre biodiversidad, clima y desertificación, se acordaron en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. Y han pasado 31 años desde que se creó el IPCC para asesorar a los tomadores de decisiones. Sin embargo, las promesas ambientales no han sido igualadas por acciones significativas”.
Y añade: “las generaciones más jóvenes saben, quizás mejor que los adultos, que el mundo podría no tener otras tres décadas para prevenir los impactos climáticos que serán aún más graves que los que enfrentamos ahora. Los políticos deben actuar ahora”, sentencia.
La ronda política de negociaciones sobre el clima culmina con un llamamiento a una huelga mundial por el clima, convocada para el 27 de septiembre entre otros por el movimiento climático juvenil, y que ha sido respaldada por más de 100 organizaciones.
Hacer un comentario