Ayer, la presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Pilar Garrido, en un acto celebrado con motivo del Día Mundial contra el Cáncer, destacaba que el porcentaje de supervivencia al cáncer se ha multiplicado por tres desde los años setenta, gracias a los avances en cribado, diagnóstico precoz y a la mejora de los tratamientos.
Con motivo de este día, la SEOM ha hecho público, además, un informe sobre innovaciones en la materia realizadas en 2014. En él se destacan el desarrollo de una oncología cada vez más precisa, gracias a una mejor comprensión de la biología molecular de los tumores, de los genes relacionados con el cáncer y de las vías moleculares; y la incorporación al estudio y tratamiento de esta enfermedad de herramientas como la biotecnología o la bioinformática.
Todas ellas son innovaciones que están logrando que, a pesar del aumento del número de pacientes diagnosticados de cáncer y de que la SEOM calcula que, en nuestro país, una de cada dos personas nacidas hoy tendrá un cáncer a lo largo de su vida, la mortalidad esté disminuyendo en ambos sexos y en la mayoría de tumores.
El cáncer y los hábitos de la modernidad
En Tendencias21 también hemos querido revisar los avances tecnológicos y científicos del último año sobre el cáncer. Sin duda, estos dejan lugar para la esperanza. Sin embargo, la revisión también constata el hecho del aumento aparentemente imparable de esta enfermedad y su vinculación con estilos de vida, contaminación y alimentación.
En diversas ocasiones, se ha destacado la importancia de hábitos como el tabaquismo o condiciones como la contaminación atmosférica en la aparición del cáncer. Y se sabe que un alto porcentaje de los tumores son potencialmente evitables.
Ya en 2005, un estudio realizado por la Harvad School of Public Health (HSPH) reveló que muchos hábitos de vida de la modernidad están favoreciendo el cáncer. Los nueves más nocivos son, según dicho estudio: el sobrepeso y la obesidad, el bajo consumo de frutas y verduras, la vida sedentaria, el tabaco, el consumo de alcohol, la actividad sexual sin protección, la contaminación del aire de las ciudades, el humo en el interior de las casas como consecuencia del uso del carbón como combustible para calefacciones, y la utilización en hospitales y centros médicos de material inyectable contaminado.
Avances para un diagnóstico precoz
En 2014, han sido varias las noticias sobre innovaciones en el terreno del diagnóstico del cáncer. Estos avances resultan clave, porque la supervivencia a esta enfermedad depende en gran medida de su diagnóstico precoz.
En septiembre, se dio a conocer un proyecto europeo que, coordinado por la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) está desarrollando un sistema de detección del cáncer de mama basado en fotoacústica. Es decir, un método que aprovecha que los tejidos generan ondas ultrasónicas al ser iluminados con pulsos lumínicos cortos de alta energía, para encontrar los tumores. Este sistema tiene la ventaja respecto a las radiografías de que no utiliza radiación ionizante, que puede ser nociva para la salud de las pacientes.
Por otra parte, investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han propuesto emplear unos nanosensores biológicos capaces de detectar biomarcadores del cáncer en la sangre de los pacientes. Estos nanosensores ofrecerían una sensibilidad muy superior a los métodos actuales, con un margen de error mucho menor.
Por último, en julio, investigadores de la Universidad de Bradford, en el Reino Unido, presentaron un sencillo análisis de sangre que permitiría diagnosticar si la gente tiene cáncer o no. El sistema consiste en someter muestras de sangre a luz ultravioleta, que daña el ADN celular. El grado de ese daño puede indicar con precisión la presencia o no de esta enfermedad en el organismo.
Nuevos tratamientos
En cuanto a avances para el tratamiento del cáncer, en 2014 hemos asistido a la creación de gafas que permiten a los cirujanos ver el cáncer cuando lo están operando (permiten distinguir las células malignas de las sanas por su brillo, para evitar operaciones adicionales); y a innovaciones en nanomedicina contra el cáncer.
Las nanomedicinas, compuestas por nanopartículas de un tamaño tan minúsculo que solo se pueden ver al microscopio, tienen un enorme potencial terapéutico contra el cáncer, pues permitirán suministrar fármacos a células y tejidos específicos. En esta línea trabajan en España los ingenieros biomédicos Maite Mujika y Sergio Arana del CEIT-IK4 (Centro de Estudios e Investigaciones Técnicas de la Universidad de Navarra), en el marco del proyecto SIMCELL.
En junio de 2014, en el congreso anual de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica (ASCO), celebrado en Chicago, se destacó por otra parte como prometedor método de tratamiento del cáncer la inmunoterapia, que consiste en manipular con fármacos el sistema inmunitario para que este reaccione frente a las células cancerígenas. Pasados unos meses, en noviembre de 2014, cinco estudios publicados en la revista Nature demostraban la eficacia de este tratamiento contra las metástasis de cáncer de vejiga.
Para aumentar las tasas de curación del cáncer también se está estudiando a fondo cómo personalizar los tratamientos, para ajustarlos lo más posible a las condiciones y características de cada paciente. En España, en 2014, una spin-off del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y del Instituto Catalán de Oncología (ICO) empezó a ofertar un sistema que consiste en implantar pequeños fragmentos de tumores humanos en el órgano correspondiente de un animal para ver como se desarrollan en este, y determinar así la mejor manera de tratarlos.
Prevenir antes que curar
En lo que a prevención del cáncer se refiere, el año pasado, científicos de la Escuela Universitaria de Medicina de Washington St. Louis (WUSTL) desarrollaron una vacuna contra el cáncer de mama. Asimismo, en 2014, varios estudios incidieron en la importancia de los factores ambientales y de hábitos y estilo de vida en la aparición de esta enfermedad.
Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó a mediados de año de la peligrosidad de las grandes concentraciones de partículas pequeñas y finas en el aire contaminado de gran parte de las ciudades del planeta. Estas partículas están relacionadas con un alto número de muertes por enfermedades del corazón y derrames cerebrales, así como patologías respiratorias y cáncer.
En marzo de 2014, la propia OMS señaló que la contaminación atmosférica había costado la vida a siete millones de personas en 2012. Un 12% de ellas había muerto por cáncer de pulmón asociado a la contaminación del aire en interiores y a la contaminación atmosférica en general.
En cuanto a la alimentación, diversos estudios de 2014 y 2013 han señalado la importancia de esta en la prevención del cáncer. Por ejemplo, se sabe que altos niveles de vitamina D pueden proteger contra el cáncer de vejiga, que el cacao previene el cáncer de colon, y que los excesos de azúcares están relacionados con el cáncer de colon y otros cánceres. Para conseguir efectos positivos, se ha recomendado seguir una dieta mediterránea o con alto contenido de frutas y verduras.
La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer ( IARC) alertaba asimismo el pasado mes de noviembre de la importancia de controlar el sobrepeso para no sufrir cáncer: según sus datos, en 2012 y en todo el mundo, el exceso de peso fue responsable de la aparición de 136.000 nuevos casos de cáncer en hombres y de 345.000 nuevos casos de cáncer en mujeres.
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