El proyecto se llama “Living Earth Simulator” y es sólo una pequeña parte de una investigación más amplia conocida como FuturIcT. Según un comunicado del consorcio europeo, recogido en Science Daily, el fin del trabajo comunitario es explotar el poder de las tecnologías de la información para crear las herramientas necesarias que permitan enfrentarse a los desafíos del futuro de la humanidad, garantizando el bienestar económico y social de todo el mundo.
La investigación parte de un simulador de la vida en la Tierra, que tiene previsto aprovechar la capacidad de los superordenadores para reproducir el conjunto de las interacciones de las distintas sociedades con sus economías y sus relaciones con el medio ambiente.
Pero además de las simulaciones por ordenador, FuturIcT tiene como objetivo reunir, organizar y compartir los datos que intervienen en los procesos sociales, económicos y ambientales en una escala sin precedentes, mediante el incremento de los resultados que pueden arrojar los estudios de campo y experimentos de laboratorio gracias a la aparición en escena de la World Wide Web o la participación masiva de internautas en mundos de realidad virtual como Second Life. A esto hay que sumar la rápida instalación de amplias redes de sensores distribuidos que posibilitará que los datos estén disponibles en una escala casi inimaginable para su uso directo en simulaciones por ordenador.
Por otra parte, un comité de ética se asegurará de que estos datos se usen debidamente, de acuerdo con el respeto a la privacidad de los individuos, ya que el fin es identificar las interdependencias estadísticas que se producen cuando un gran número de personas interactúa, pero nunca realizar un seguimiento de un determinado ser humano o predecir su comportamiento individual.
En sentido práctico, los científicos que trabajan en el FuturIcT prevén el desarrollo de observatorios de crisis y sistemas de apoyo a las decisiones de los políticos y líderes empresariales, como afirma el líder del proyecto, Dirk Helbing: «Esos observatorios darán la voz de alarma antes muchos tipos diferentes de problemas emergentes, incluyendo inestabilidad financiera, propagación de enfermedades, cambios ambientales, escasez de recursos y conflictos sociales.»
Desde fuera, George Soros, impulsor del Instituto de Nuevo Pensamiento Económico (INET) creado en Nueva York en octubre de 2009 con una dotación de 50 millones de dólares, ya ha manifestado su satisfacción por la iniciativa europea: «El equipo de científicos que el Dr. Helbing ha reunido puede contribuir significativamente a la comprensión de la evolución de las sociedades que se enfrentarán en las próximas décadas a grandes problemas de gobernabilidad, cambio climático o equilibrio económico».
Del estudio de la vida al análisis de la sociedad
Tradicionalmente los superordenadores han estado al servicio de la biología y la física, aportando su granito de arena al desarrollo de la ingeniería, con la construcción de nuevos aviones, por ejemplo. Sin embargo hoy en día, investigadores de todo el mundo ya apuestan por las enormes posibilidades que la supercomputación abre a campos como la sociología o la economía.
El CCSS (Competence Center for Coping with Crises in Complex Socio-Economic Systems), perteneciente al Instituto Suizo de Tecnología de Zurich (ETH), es una buena prueba de ello. Uno de sus profesores, Axhausen Kay, está inmerso en la simulación de las actividades de viaje de los 7,5 millones de habitantes del país con el objeto de prever y mitigar la congestión del tráfico. Otro de sus colegas, Lars-Erik Cederman utiliza los superordenadores para estudiar el origen de los conflictos internacionales y está creando una gran base de datos que documenta las interdependencias geográficas de la violencia y las guerras civiles en países como la antigua Yugoslavia o Irak. Un tercer grupo trabaja en la extracción de enormes cantidades de datos financieros que sirvan para descubrir posibles burbujas inmobiliarias, bancarrotas empresariales o debilidades de redes complejas como las de comunicación o Internet.
Las simulaciones del CCSS revelan patrones comunes detrás de los problemas sociales que se manifiestan en acontecimientos tan diversos como la guerra en la antigua Yugoslavia, saqueos después de desastres naturales como terremotos o las recientes manifestaciones violentas en Grecia, entre otros.
Actualmente el CCSS, en particular el Observatorio de Crisis Financieras dirigido por Didier Sornette, es el mayor accionista del clúster de supercomputación ETH Zurich, que ocupa la posición 88 en el ranking mundial de velocidad y la décima en Europa.
La supercomputación social también está calando hondo al otro lado del charco, en centros de investigación de renombre como el Laboratorio Nacional Los Álamos o la Institución Brookings, en Estados Unidos. Y es que los investigadores coinciden en reconocer que estas simulaciones representan la mejor oportunidad de profundizar en problemas muy complejos que van desde los flujos de tráfico a los escenarios de evacuación de ciudades enteras ante la propagación de epidemias. Así, proyectos independientes en EEUU y Europa ya han dado los primeros pasos para crear simulaciones informáticas de la escena económica a nivel mundial.
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