Gracias a una nueva aplicación, los teléfonos inteligentes podrían ayudar a controlar el uso del agua de riego según las necesidades, y a que la obtención de alimentos fuera más sostenible medioambientalmente hablando.
En Europa, la agricultura de regadío es el recurso que más agua gasta en el proceso de producción de alimentos. Sin embargo, los recursos de agua son limitados, y el objetivo general es reducir un 60% ese consumo. Ahora, una aplicación de teléfono inteligente suministra agua a los sedientos cultivos de los agricultores en la cantidad adecuada y en el momento adecuado, en lo que se denomina «programación del riego».
Sensores y ecuaciones matemáticas
Un proyecto financiado por la UE, WaterBee, está extendiendo el sistema en una gran variedad de cultivos en países tan distantes como Estonia, Italia, España y el Reino Unido. La aplicación recopila datos de forma remota a través de sensores en el campo del agricultor.
El estado de la situación es entonces analizado mediante ecuaciones matemáticas, que transmiten de nuevo a la aplicación la cantidad de agua que debe esparcirse por los sistemas de riego.
El riego ineficiente desperdicia una gran cantidad del preciado líquido. «Alrededor del 70% del agua extraída de ríos y fuentes subterráneas por los seres humanos es para la agricultura», explica Andrew Thompson, especialista en plantas de la Universidad de Cranfield (Reino Unido), a youris.com. Thompson pretende ahorrar agua usando las matemáticas, la tecnología y la inteligencia agrícola. El plan es lograr un ahorro de agua del 40%, al tiempo que se mejora la calidad del cultivo.
Para ello, «el objetivo es añadir la cantidad justa de agua, utilizando modelos matemáticos. El exceso de agua se drena a través de la tierra; la escasez de riego hace que el rendimiento de los cultivos descienda», añade Thompson.
«El modelo divide la tierra en capas y luego calcula la transferencia de agua entre dichas capas», explica el científico. El modelo tiene en cuenta los detalles de la tierra, el sistema de riego, los tipos de cultivo, las raíces y los posibles rendimientos. Luego realiza recomendaciones de riego basándose en la humedad del suelo y datos del clima.
Se comprueba lo bien que el campo simulado coincide con la realidad y se hacen los ajustes para aplicar lo virtual a la realidad agrícola. «Lo más importante es la cobertura de red móvil, y con eso puede funcionar en cualquier parte del mundo», explica Thompson, quien ve potencial en Europa, América del Sur y China en particular.
Control del riego
Esto «no es el primer sistema que utiliza datos de gestión de riego, pero sí parece ser el primero que además integra el control del sistema, la última pieza del rompecabezas», explica Garry Grabo a youris.com, basándose en su experiencia como ingeniero de riego en la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EE.UU.)
Y añade: «Sistemas como estos son prometedores para aplicar las nuevas tecnologías con el fin de programar un riego más preciso. Beneficios adicionales pueden ser una disminución del riego, del trabajo y un ahorro de energía «.
«La programación del riego es muy importante», concuerda John Norman, científico del suelo en la Universidad de Wisconsin, Madison (EE.UU.), que agrega: «Pero si esta distribución exige mucho al encargado de la granja, no es probable que se mantenga. Los sensores en el suelo no son vistos positivamente por los agricultores debido a que representan obstáculos en el campo, tienen una precisión cuestionable y requieren mantenimiento. »
Pero Norman también cree que «el mayor impedimento para la aplicación de estos modelos es la inadecuada información sobre suelos». El científico tien «serias reservas sobre que el enfoque WaterBee no aborde adecuadamente las cuestiones inherentes a la heterogeneidad del suelo.»
Estas complicaciones del suelo pueden afectar la precisión y la fiabilidad cuando se están haciendo predicciones. Los mapas detallados de suelos ayudan, pero son caros. «Lo cierto es que el uso de varios sensores en red que calculan valores promedio es otra manera de abordar este difícil problema», reconoce.
WaterBee tiene un presupuesto de 1,14 millones de la Comisión Europea. «Queríamos crear algo que fuera fácil de utilizar para los agricultores, al tiempo que fuera lo suficientemente flexible y robusto como para sobrevivir en entornos agrícolas», explica en una nota publicada por Cordis John O’Flaherty, director técnico del Centro Nacional de Microelectrónica de Irlanda (MAC). «Tratamos de averiguar lo que los productores necesitaban realmente. Ellos no están interesados en las especificaciones técnicas. Ellos sólo quieren un servicio sencillo que les ayude a usar menos agua».
Se espera que el kit completo cueste alrededor de € 3,500, y se pueda adaptar a casi todos los terrenos. «Es barato y fácil de implementar y ejecutar, por lo que podrá ser usado en campos agrícolas, hoteles, campos de golf, y por los propietarios de viviendas», añadía O’Flaherty hace un año.
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