Algunos niños son más sensibles a su entorno, para bien o para mal. Ahora, investigadores de la Universidad de Duke (EEUU) han identificado una variante genética que puede servir como marcador para detectar a estos niños, situados entre los individuos más vulnerables de la sociedad.
«Estos hallazgos son un paso adelante hacia la comprensión de la biología que hace que un niño sea particularmente sensible a ambientes positivos y negativos«, afirma Dustin Albert, uno de los autores del estudio en un comunicado de la Universidad de Duke. «Nos dan una pista importante sobre qué niños necesitan más ayuda«, añade Albert.
A partir de datos recogidos durante dos décadas sobre niños de primer grado de cuatro localizaciones distintas de EEUU, el estudio encontró que aquellos pequeños de entornos de alto riesgo que además eran portadores de dicha variante genética específica eran extremadamente propensos a desarrollar problemas graves en la edad adulta.
Sin atención, el 75% de estos niños desarrollaron problemas psicológicos a los 25 años, entre ellos, el abuso de alcohol, el abuso de sustancias o el trastorno antisocial de la personalidad. El panorama cambió drásticamente, sin embargo, entre niños con esa misma variante genética que participaron en un programa intensivo de ayuda llamado Fast Track Project.
De aquellos que, durante la infancia, recibieron algún apoyo por parte de servicios especializados sólo el 18% llegó a desarrollar alguna psicopatología en la edad adulta. «Es un descubrimiento esperanzador. Los niños estudiados eran muy susceptibles al estrés. Pero lejos de estar condenados por este hecho, también fueron particularmente sensibles a la ayuda», comenta Albert.
Biología subyacente
Investigaciones previas habían sugerido que algunos niños son capaces de prosperar en una amplia gama de circunstancias, mientras a otros les sucede lo contrario.
Este nuevo trabajo sugiere que esos diferentes niveles de sensibilidad y capacidad de adaptación de los niños están relacionados con ciertas diferencias en sus genomas.
Este sería el último hallazgo del propio Fast Track Project, un programa de intervención en múltiples facetas destinado a niños pequeños y agresivos que ha estado en marcha en Carolina del Norte, Tennessee, Pensilvania y Washington durante una década.
El programa comenzó en 1991, y desde entonces ha detectado a cerca de 10.000 niños de guardería con problemas de comportamiento agresivo, y ha identificado a unos 900 que estaban en alto riesgo. Este grupo fue el asignado a recibir ayuda intensiva.
Análisis anteriores ya habían vinculado la participación en el Fast Track Project con una reducción de las tasas de problemas psiquiátricos, abuso de sustancias y condenas por delitos violentos en la edad adulta. El nuevo estudio examinó la biología subyacente a esas posibles respuestas.
Potenciales aplicaciones
Los hallazgos realizados podrían suponer un primer paso hacia la creación de tratamientos personalizados para algunos de los niños más conflictivos de la sociedad, a los que podría identificarse a través de la genética.
Pero aún tienen algunas limitaciones, reconoce Albert, pues la variante genética mencionada -ubicada en el receptor de glucocorticoides o NR3C1 que codifica en humanos el gen HGNC NR3C1, implicado en la respuesta del organismo al estrés- fue encontrada solo en niños blancos (60 en total).
En niños de otras etnias con los mismos problemas, los científicos aún no han encontrado una variante genética subyacente, por lo que planean tratar de identificarla en futuros estudios.
Referencia bibliográfica:
Dustin Albert, Daniel W. Belsky, D. Max Crowley, Shawn J. Latendresse, Fazil Aliev, Brien Riley, Danielle M. Dick, Kenneth A. Dodge. Can Genetics Predict Response to Complex Behavioral Interventions? Evidence from a Genetic Analysis of the Fast Track Randomized Control Trial. Journal of Policy Analysis and Management (2015). DOI: 10.1002/pam.21811.
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