Los veranos son cada vez más calurosos. Ya no son olas de calor las que nos azotan: ahora tenemos auténticas mareas. Y las previsiones futuras son funestas.
Pero no solo se ve la temperatura estival afectada. Los inviernos también tienden a hacerse más suaves y este hecho ya ha tenido sus consecuencias.
Muchos países en latitudes norteñas, como Alemania, Canadá, EE.UU. o los países escandinavos producen un tipo especial de vino.
Aprovechando el frío extremo propio de su geografía, cultivan viñedos con el fin de producir un vino invernal característico por su gran contenido en azúcar y su relativamente bajo alcohol.
Pero para ello se deben alcanzar temperaturas inferiores a los -7°C, algo cada vez más infrecuente y que empieza a hacer de este vino una rareza.
Lo impensable
Este año en Alemania ha ocurrido lo impensable, pues solo un viñedo ha sido capaz de producir vino de hielo. EL volumen total obtenido de la preciada bebida en todo el país ha sido de 100 litros.
Para poder hacer este vino se requiere que las uvas se queden en las viñas un largo tiempo, hasta el invierno. Una vez llegan las heladas, si ocurre una con temperaturas inferiores a -7°C, las uvas deben recogerse rápidamente y cuando aún están congeladas.
La congelación de las uvas hace que gran cantidad de agua salga de su interior, aumentando notablemente la concentración de azúcar del fruto. La gran cantidad de azúcar produce unas fermentaciones dificultosas y lentas, que lleva a vinos de poca graduación y muy dulces.
La bebida, una vez embotellada, puede llegar a costar cientos de euros.
Se trata de un gran aporte económico para los agricultores de las regiones vinícolas alemanas que dependen enteramente de condiciones climáticas adecuadas para salvar el año.
Un clima que en los últimos años ya estaba causando una producción menor a la normal y que este año ha provocado prácticamente la total pérdida de la cosecha.
Además la producción de vino alemán no sólo se ve afectado por la falta de intensas heladas: la mayor frecuencia de veranos largos y calurosos, con menores precipitaciones, adelanta las vendimias y disminuye el volumen y la calidad del vino producido.
Y respecto a este último punto las bodegas españolas no están exentas.
También otros cultivos
Pero no sólo de vino vive el hombre.
Los inviernos paulatinamente más cálidos en regiones climáticas templadas y frías también conllevan otras consecuencias nefastas.
Muchos cultivos frutales de latitudes templadas, como los manzanos, olivos o cerezos, requieren de temperaturas frías para controlar el momento de brotadura y floración.
En invierno estos árboles están en un periodo de dormición, un reposo controlado por la exposición a bajas temperaturas.
Durante la dormición los árboles tienen que estar expuestos a una cantidad de frío suficiente, literalmente acumulando el frío, antes de que los brotes puedan romper.
Gracias a este mecanismo los árboles se aseguran brotar en el momento idóneo, evitando brotar en momentos que podrían parecer adecuados por la temperatura y la luz, pero que pueden estar continuados por periodos de frío intenso que dañen los brotes, como ocurriría si brotaran en otoño o durante olas de temperaturas más cálidas en invierno.
Pero si durante la dormición no se acumula suficiente frío, el árbol no responde de manera adecuada.
Los brotes podrían retrasarse. La floración, ser irregular y débil.
En consecuencia, muchos de estos cultivos podrían dejar de ser rentables. El uso de la tierra, si se quiere continuar produciendo, debería cambiar hacia otro tipo de cultivos.
Más ejemplos
Podemos encontrar muchos más ejemplos de cómo los inviernos más cálidos nos afectarán directa o indirectamente. Y no sólo con respecto a los cultivos.
Los modos de vida de las diferentes sociedades humanas se han adaptado a su clima y éste, ahora, está cambiando muy rápidamente.
Como hemos visto la crisis climática no conllevará únicamente temperaturas más extremas en verano: el invierno también está cambiando a gran velocidad.
Y un invierno menos frío acarreará graves consecuencias que, para muchos, pueden resultar catastróficas.
Referencias
Climatic Changes Lead to Declining Winter Chill for Fruit and Nut Trees in California during 1950–2099. Eike Luedeling et al. PLOS ONE, July 22, 2009. DOI:https://doi.org/10.1371/journal.pone.0006166
Yield potential definition of the chilling requirement reveals likely underestimation of the risk of climate change on winter chill accumulation. Rebecca Darbyshire et al. International Journal of Biometeorology volume 63, pages183–192(2019). DOI:https://doi.org/10.1007/s00484-018-1649-5
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