Investigadores de la Yale School of Medicine de la Universidad de Yale (Estados Unidos) han descubierto la manera de medir el riesgo de autismo de bebés recién nacidos, mediante la búsqueda de anomalías en su placenta.
La metodología permitiría realizar un diagnóstico precoz de este tipo de trastorno del desarrollo para aplicar tratamientos. Los hallazgos realizados han aparecido detallados en la revista Biological Psychiatry.
Uno de cada 50 niños son diagnosticados con un trastorno de autismo en Estados Unidos cada año, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Sin embargo, el diagnóstico de esta enfermedad se hace generalmente cuando los niños tienen tres o cuatro años de edad.
Para entonces, se pueden haber perdido buenas oportunidades de intervención, ya que el cerebro es más sensible a los tratamientos durante el primer año de vida.
Pliegues y crecimiento celular anómalos
Harvey Kliman, científico investigador en el Departamento de Obstetricia, Ginecología y Ciencias Reproductivas de la Yale School of Medicine y autor principal del estudio; junto a sus colaboradores, descubrieron que ciertos pliegues anómalos de la placenta, así como un crecimiento celular anormal de esta (las llamadas inclusiones trofoblásticas) resultan marcadores clave para la identificación del riesgo de autismo en recién nacidos.
Los científicos examinaron 117 placentas de recién nacidos de familias en situación de riesgo, esto es, de familias que ya tenían previamente uno o más hijos con autismo.
Estas familias participaban en un estudio sobre marcadores de riesgo de autismo en bebés, destinado a tratar de detectar los primeros signos de este trastorno.
Kliman comparó estas placentas con 100 placentas de un grupo de control recogidas por investigadores de la Universidad de California en Davis en una misma área geográfica.
De este modo, se constató que las placentas de las familias del primer grupo presentaban un máximo de 15 inclusiones trofoblásticas, mientras que ninguna de las placentas del grupo de control tenía más de dos inclusiones trofoblásticas, informa la Universidad de Yale en un comunicado.
Predicción muy exacta
Kliman afirma que una placenta con cuatro o más inclusiones trofoblásticas puede predecir, con una probabilidad del 96,7%, el riesgo de autismo de un recién nacido.
Actualmente, el mejor marcador precoz de riesgo de autismo es la historia familiar: las parejas con un niño autista presentan nueve veces más probabilidades de tener otro hijo con autismo.
Kliman señala que cuando estas familias en situación de riesgo tienen los siguientes hijos pueden aplicar estrategias de intervención precoces, para mejorar el estado del segundo hijo.
«Lamentablemente, en el caso de parejas sin susceptibilidad genética conocida se debe confiar en la identificación de signos o indicadores tempranos, pero estos signos pueden no manifestarse hasta el segundo o el tercer año de la vida del niño», explica el investigador.
«Espero que el diagnóstico del riesgo de autismo mediante el examen de la placenta al nacer llegue a convertirse en rutinario, y que los niños que han demostrado tener un mayor número de inclusiones trofoblásticas cuenten con intervenciones precoces y una mejor calidad de vida gracias a esta prueba”, concluye Kliman.
Referencia bibliográfica:
Cheryl K. Walkera, Kaitlin W. Andersong, Kristin M. Milanoh, Saier Yei, Daniel J. Tancredie, Isaac N. Pessahc, Irva Hertz-Picciottob, Harvey J. Klimang. Trophoblast Inclusions Are Significantly Increased in the Placentas of Children in Families at Risk for Autism. Biological Psychiatry (2013). DOI: 10.1016/j.biopsych.2013.03.006.
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