Mantenerse en total oscuridad durante varios días puede mejorar la audición, al menos en ratones adultos. Científicos estadounidenses han comprobado los efectos de una ceguera simulada en el cerebro de estos roedores durante una semana.
El estudio, publicado esta semana en la revista Neuron, puede abrir una nueva vía de investigación y tratamiento en algunos problemas derivados de la pérdida de audición y de otros sentidos.
«Hemos demostrado que existe un nivel de interconexión entre los sentidos en el cerebro”, señala Patrick Kanold, investigador de la Universidad de Maryland (EE.UU.) y uno de los autores del estudio, en la nota de prensa de la universidad, de la que se hace eco Sinc. «Gracias a este trabajo, tal vez podamos mejorar los esfuerzos destinados a recuperar un sentido perdido», destaca.
Según aseguran los científicos, hasta ahora se consideraba que únicamente en los cerebros jóvenes podían fortalecerse los circuitos neuronales ante la falta de un sentido para mejorar la percepción de otro. Así les ocurre a los niños ciegos al agudizar su oído, un fenómeno conocido como el efecto Ray Charles.
Sin embargo, este estudio demuestra que un cerebro adulto de ratón puede optimizar sus procesos de percepción. “Al impedir temporalmente la visión, es capaz de cambiar el circuito para oír mejor un sonido”, detalla Kanold.
Durante la investigación, los expertos mantuvieron a varios ratones con una capacidad visual y auditiva normal durante unos siete días en total oscuridad pero expuestos a varios sonidos. Una vez transcurrido este periodo, los ratones no habían perdido vista pero habían mejorado notablemente su sentido del oído.
Para constatar estos resultados, los científicos analizaron las respuestas neuronales ante una serie tonos particulares de la corteza auditiva que recibe los impulsos desde el tálamo, una región cerebral que actual como panel de control de la información que recogen los sentidos.
En esta prueba, en contra de lo que se creía anteriormente, los investigadores observaron una variación en las neuronas de aquellos ratones que habían estado expuestos a la oscuridad: estas células actuaban más rápido, con más fuerza ante los estímulos auditivos y desarrollaron más conexiones entre el tálamo y la corteza auditiva.[
Más conexiones neuronales
Las modificaciones en la estructura de percepción permitieron a los roedores que padecieron la ceguera simulada ser más sensibles a los sonidos suaves y poder diferenciarlos mejor. Tras el estudio, los ratones volvieron a tener ciclos normales de luz y oscuridad y su capacidad auditiva recuperó la normalidad.
“Los cambios ocurridos en la corteza auditiva sugieren que la flexibilidad entre los sentidos es un rasgo fundamental de los cerebros de los mamíferos”, detalla Kanold.
Los expertos señalan que son muy optimistas de cara a encontrar estos mismos efectos en animales superiores, incluidos los humanos. «No sabemos cuántos días tendría que estar una persona en la oscuridad para conseguir este efecto, ni si estarían dispuestos a hacerlo, pero puede haber una manera de utilizar la formación multisensorial del cerebro para corregir algún problema en los procesos de percepción sensitivos en los seres humanos», asegura Kanold.
En la siguiente fase del trabajo, los investigadores pretenden buscar la manera de conseguir que esas modificaciones cerebrales sean permanentes y ampliar la observación no solo a las neuronas, también al procedimiento por el que el cerebro procesa los sonidos.
Referencia bibliográfica:
Patrick Kanold, Hey-Kyoung Lee et All. Crossmodal Induction of Thalamocortical Potentiation Leads to Enhanced Information Processing in the Auditory Cortex. Neuron (2014). DOI: 10.1016/j.neuron.2013.11.023.
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