A la política a menudo se la identifica con un ambiente de intriga, maquinación y ética maquiavélica. Un entorno en el que las lealtades personales a un partido son capaces de cambiar la sociedad, y la deslealtad derribar a un gobierno. Por ello, en muchos sistemas políticos, como en el de Westminster, en el Reino Unido, existen los responsables de la disciplina del partido para mantener el orden entre sus afiliados.
No obstante, un estudio ha demostrado que, a pesar del control que se ejerza, algunos políticos tienen predisposición a la defección (que es la acción de separarse con deslealtad de la causa o parcialidad a la que se pertenezca). La investigación, realizada en la Universidad de Leicester, ha permitido identificar un arquetipo de persona propensa a romper filas en la política del Reino Unido.
El Dr. Alun Wyburn-Powell, de la Escuela de Estudios Históricos de la Universidad de Leicester y autor del estudio, se refirió en los siguientes términos a la investigación y a los “cambios de bando” tan interesantes para la prensa: “Casi todas las semanas se producen defecciones entre los concejales municipales y -aunque con menos frecuencia- entre los europarlamentarios, los parlamentarios y los lores. Las defecciones generan titulares, preocupan a los líderes de los partidos y modifican las dinámicas parlamentarias. Estos fenómenos no se habían estudiado al detalle hasta ahora y ni siquiera los líderes de los partidos ni los periodistas entienden el fenómeno en toda su amplitud”.
Hombres y ricos
La investigación, publicada en forma de libro, describe un siglo de defecciones y podría resultar una guía útil para detectar las características de los que optan por esta práctica. “Durante los últimos cien años los individuos más propensos a cambiar de partido han sido hombres, ricos, divorciados, educados en Eton, pertenecientes a una religión minoritaria, antiguos miembros del ejército y políticos que comenzaron su carrera a una edad temprana”.
Además, “existe un patrón; no se trata de un grupo aleatorio de personas que adoptan decisiones excepcionales. Entre ellos, un 53 % cambiaron de partido para mejorar sus perspectivas, un 43 % por causas políticas y un 3 % por efecto de su personalidad. La defección, por norma general, es un paso destinado a avanzar en la carrera política, dado que las probabilidades de obtener un ministerio y honores son mayores para los tránsfugas que para los más leales al partido”, añade Wyburn-Powell.
“Una defección política supone un termómetro del estado de un partido en un momento concreto de la historia. Mis descubrimientos se basan en el estudio de todos los 707 parlamentarios de los partidos Liberal o Liberal Demócrata desde 1910 a 2010. Durante este periodo, un 16 % de ellos (cerca de uno de cada seis) abandonaron su partido. También estudié una cantidad menor de parlamentarios y antiguos parlamentarios que se pasaron a las filas de los Liberales y Liberales Demócratas e investigué los casos de otros parlamentarios que pasaron directamente desde el Partido Laborista al Conservador y viceversa. Prácticamente todos los liberales que dejaron su partido para entrar en el Conservador se mostraron satisfechos con el cambio, pero no así la mitad de los que lo hicieron al Laborista”, explica el investigador.
Por otra parte, en el Reino Unido, en la historia reciente, se ha producido un cambio en el origen de aquellos que cambiaron de partido, siendo ahora una práctica más común entre los conservadores que en el pasado.
Consejos para evitar tránsfugas
Según Wyburn-Powell, “la investigación de las relaciones pasadas entre partidos puede impulsar el entendimiento y el respeto mutuos, lo que a su vez puede favorecer la formación futura de una coalición. El estudio de las razones que justifican las defecciones pasadas podría ayudar a los partidos a frenar este fenómeno en el futuro”.
Los resultados obtenidos señalan que “no es necesario cambiar las políticas para evitar el transfuguismo; esta medida sólo fomenta que otros miembros lancen la misma amenaza y es capaz de alejar las políticas del centro, el espacio en el que se encuentra la mayoría de los votantes. Los partidos más pequeños, y sobre todo los situados más a la derecha, suelen ser frágiles y propensos a luchas por el liderazgo y a rupturas internas. Suponen el elemento más inestable de nuestro sistema político, bastante inerte por otro lado”.
Por otro parte, según el autor del estudio “algunos partidos podrían beneficiarse de la marcha de algunos de sus miembros y que por tanto los posibles tránsfugas podrían dividirse en dos categorías, «los que sería positivo mantener y los que es preferible que se marchen. Sin embargo, los líderes de los partidos deberían escuchar a los de la primera categoría y hacer un esfuerzo personal para ganarse su amistad, ya que ésta no es posible delegarla”.
Referencia Bibliográfica:
Dr. Wyburn-Powell, Defectors and the Liberal Party 1910 to 2010 – A Study of Inter-party Relationships, publicado por Manchester University Press.
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