La testosterona y el cortisol podrían desestabilizar los mercados financieros, según un reciente estudio liderado por investigadores de la Universidad de Alicante, del Imperial College de Londres y de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
El grupo de investigadores simuló un mercado financiero en el que los participantes compran y venden activos. En uno de los experimentos se midieron los niveles endógenos de testosterona y de cortisol en los participantes, y en otro experimento se elevaron artificialmente. Al recibir dosis de cualquiera de las dos hormonas los participantes aumentaron significativamente sus inversiones en activos de mayor riesgo.
“Creemos que los cambios hormonales pueden ayudarnos a comprender el comportamiento de los agentes en los mercados financieros, especialmente durante periodos de inestabilidad financiera”, explica Carlos Cueva, profesor del Departamento de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Alicante y uno de los autores principales del estudio, en la nota de prensa de la universidad.
El ambiente estresante y competitivo en el que operan los agentes de los mercados financieros puede inducir niveles altos de cortisol y testosterona. El cortisol se eleva ante situaciones de estrés físico o psicológico, aumentando el nivel de glucosa en sangre y preparando al cuerpo para la reacción de lucha o huida. La testosterona, por otro lado, se eleva ante situaciones competitivas. “Estudios previos mostraron que los hombres con mayores niveles de testosterona tienden a exhibir mayor confianza y probabilidad de éxito en estas situaciones”, añade Cueva.
Los autores de este nuevo estudio, publicado en Scientific Reports, del grupo Nature, sugieren que estos resultados podrían ayudar a mejorar la estabilidad de las instituciones financieras.
Otro de los autores del estudio, el profesor del Departamento de Medicina del Imperial College de Londres, Ed Roberts, afirma que “el objetivo es comprender mejor los efectos de estas hormonas sobre la toma de decisiones. Después podremos analizar el ambiente en el que trabajan los agentes en los mercados financieros, y valorar si es excesivamente estresante o competitivo. Estos factores podrían estar afectando a sus niveles hormonales que a su vez influirían en su propensión a asumir riesgos”.
Los experimentos
En un primer estudio los investigadores midieron los niveles hormonales de 142 voluntarios, hombres y mujeres, participando en un mercado financiero simulado en el laboratorio, en grupos de unas 10 personas. Los participantes con niveles más elevados de cortisol en la saliva asumieron mayores riesgos en sus inversiones; además, los mercados con un promedio alto de cortisol exhibieron mayor inestabilidad de precios.
En un segundo estudio, 75 hombres recibieron cortisol o testosterona antes de participar en un simulador de bolsa. Cada individuo participaba dos veces: una vez tras recibir una de las hormonas y la otra tras recibir un placebo. Tanto el cortisol como la testosterona provocaron un incremento significativo de las inversiones hacia los activos de mayor riesgo.
“Estos resultados sugieren que el cortisol y la testosterona fomentan las inversiones de alto riesgo en el corto plazo”, valora el profesor Roberts. “Solo hemos investigado los efectos a corto plazo en el laboratorio. Sería interesante medir los niveles hormonales de los agentes financieros en el mundo real y también ver cuáles pueden ser los efectos en plazos más largos”, apunta.
Los economistas, recuerda la nota del Imperial College, han reconocido desde hace tiempo que la imprevisibilidad de la conducta humana puede hacer que los mercados financieros sean inestables. John Maynard Keynes escribió sobre «espíritus animales» y Alan Greenspan y Robert Shiller aludieron a la «exuberancia irracional» como una posible causa de sobrevaloraciones en los mercados de activos. Sin embargo, los científicos no han comenzado a explorar la base fisiológica de este fenómeno hasta hace poco.
El profesor Joe Herbert, del Departamento de Neurociencia de la Universidad de Cambridge y coautor de este nuevo estudio, encontró en un trabajo anterior realizado con brokers de la city de Londres que niveles altos de testosterona por la mañana predecían mayores ganancias durante ese día, mientras que los aumentos en la inestabilidad del mercado estaban correlacionados con subidas en los niveles de cortisol. El estudio ha sido financiado por el Economic and Social Research Council del Reino Unido.
Precedente
Un estudio publicado hace siete años, de la Universidad de Harvard (Boston, EE.UU.), ya había demostrado que los niveles más altos de testosterona se correlacionan con conductas de riesgo financiero.
Estudios anteriores, señalaba la nota de Harvard, habían demostrado que, en promedio, los hombres son más propensos que las mujeres a asumir riesgos, y los investigadores teorizaban que estas diferencias podrían explicarse por el papel de la testosterona.
Otra investigación también demostró que los traders del mercado de valores experimentaban mayores ganancias los días en que su testosterona estaba por encima de su nivel medio. Pero este estudio examinaba, directamente, la relación entre la testosterona y la asunción de riesgos financieros.
En el estudio, las muestras de saliva fueron tomadas de 98 hombres, de edades entre 18 a 23, en su mayoría estudiantes de Harvard. Las muestras se tomaron antes de la participación en el juego de inversión, por lo que los investigadores estaban seguros de que los niveles de testosterona no habían subido como resultado del juego. Los investigadores también evaluaron la masculinidad facial, asociada con los niveles de testosterona en la pubertad.
A todos los participantes se les dio 250 dólares, y se les pidió que eligieran una cantidad entre 0 y 250 para invertir. Los participantes se quedaban virtualmente con el dinero que no invertían. El lanzamiento de una moneda determinaría el resultado de la inversión, y si el participante perdía, el dinero invertido se perdía también. Sin embargo, si ganaba, el participante recibía, también virtualmente, dos veces y media el importe de su inversión. Pero es que al final del estudio, una persona iba a ser seleccionada por sorteo para recibir la cantidad en efectivo de su inversión, lo que creaba un incentivo monetario en los participantes.
Los investigadores encontraron que un hombre cuyos niveles de testosterona estaban más de una desviación estándar por encima de la media invertían un 12 por ciento más que el hombre promedio. Un hombre con una puntuación de masculinidad facial de una desviación estándar más alta que la media invertía un 6 por ciento más que el hombre promedio.
«El riesgo financiero podría ser comparable a otras conductas masculinas de riesgo asociadas con la reproducción», dice Apicella. «Los hombres pueden estar más dispuestos a asumir riesgos financieros debido a que los beneficios, en términos de atraer a parejas, podrían ser mayores para ellos. Esto se debe a que las mujeres valoran más que los hombres la riqueza a la hora de elegir un compañero.»
Fetal
Según un trabajo en la misma línea de la Universidad de Granada, una mayor exposición del feto a la testosterona influye en su comportamiento económico, aumentando su tendencia a asumir riesgos.
En paralelo, y quizás porque tener menos miedo al riesgo reduce también el miedo a las consecuencias de decir la verdad, científicos de la Universidad de Bonn, en Alemania, descubrieron que una cantidad extra de testosterona aumenta la honestidad y reduce las ganas de mentir.
Según los investigadores, sin embargo, la razón subyacente a esta diferencia podría ser que la testosterona extra hubiese incrementado el orgullo de los participantes y su necesidad de desarrollar una imagen positiva de ellos mismos. Dado que existen gran cantidad de tabús relacionados con la mentira, los hombres con más testosterona habrían evitado caer en ella para no perjudicar dicha imagen.
Referencias bibliográficas:
C. Cueva et al.: Cortisol and testosterone increase financial risk taking and may destabilize markets. Scientific Reports (2015). DOI: 10.1038/10.1038/srep11206
Coren L. Apicella, Anna Dreber, Benjamin Campbell, Peter B. Gray, Moshe Hoffman, Anthony C. Little. Testosterone and financial risk preferences. Evolution and Human Behavior (2008). DOI: 10.1016/j.evolhumbehav.2008.07.001
Hacer un comentario