En el departamento de Antropología Evolutiva del Instituto Max Planck, han descubierto que los chimpancés tienen capacidad de desarrollo de estrategia para trabajar en grupo con la finalidad de conseguir un mismo objetivo, según un estudio cuyos resultados publica la revista Science.
La especialista Alicia Melis y sus colaboradores se quedaron asombrados al descubrir el nivel colaboración que demostraron los chimpancés durante el estudio, según informa un comunicado del Max Planck Institute.
En el estudio de Melis, que tuvo lugar en la isla de Ngamba, en Uganda, los investigadores descubrieron que los chimpancés comprenden perfectamente cuándo otro necesita ayuda, entienden cuál es su propia función y la de sus compañeros, e incluso eligen lo que pueden hacer.
El experimento consistió en que los chimpancés tuvieran que tirar de los dos extremos de una cuerda al mismo tiempo para acercarse una bandeja de comida. Cuando los dos extremos estaban demasiado alejados como para que uno solo pudiera tirar de ambos, los chimpancés salían en busca de ayuda, y esperaban hasta que otro de los chimpancés del grupo acudiera para tirar juntos de la cuerda.
Sabían perfectamente lo que debían hacer. Había, además, algunos chimpancés más colaboradores que otros. A estos últimos, los demás los elegían más para conseguir su objetivo, por pura estrategia. Así se descubrió que los chimpancés incluso son capaces de elegir el compañero que sea más eficiente.
Altruismo en niños…
La investigación del Instituto Max Planck sobre el altruismo no terminó con este experimento. Comprobaron mediante otra investigación que los niños de año y medio tienen una predisposición innata a ayudar a los adultos y que esta predisposición es compartida además por los chimpancés, aunque de forma más simple.
Trabajando por un lado con niños de año y medio y por otro con chimpancés, otro grupo de investigadores del mencionado instituto desarrolló varios escenarios en los que un adulto se enfrentaba a algún problema cuya solución requería ayuda.
En uno de estos escenarios, dejaban caer objetos al suelo y se mostraban incapaces de recogerlos. En todos los casos, niños de 18 meses de edad ayudaron espontáneamente en las tareas.
Otra de las actividades que prepararon los investigadores fue tender ropa y dejar caer las pinzas mientras lo hacían. Primero miraban durante 10 segundos la pinza, luego al niño, y luego decían “mi pinza” entre exclamaciones.
Y aunque no pedían directamente al niño que la recogiera, todos los bebés que participaron en el experimento ayudaron en al menos una de todas las situaciones que se les presentaron. Además, en nada menos que en un 84% de los casos lo hicieron inmediatamente, durante el primer periodo de 10 segundos después de que la situación se produjera.
Pero lo más sorprendente fue que los niños sólo ayudaban cuando veían que la pinza o cualquiera de los demás objetos de las pruebas eran necesarios para que el adulto pudiera finalizar su tarea.
Si éste lanzaba al suelo deliberadamente otro objeto, el niño no lo recogía. Este comportamiento sorprende porque hasta ahora se creía que los niños no desarrollan la capacidad de conocer lo que piensa un adulto hasta los tres años de edad.
Félix Warneken y Mike Tomasello, los artífices de esta segunda investigación, llaman la atención sobre el sorprendente hecho de que niños tan pequeños ayuden a extraños de manera completamente voluntaria, ya que a esa edad son incapaces de hablar. Sin embargo, mostraron un comportamiento altruista.
… y en monos
En un escenario similar, los chimpancés analizados mostraron un comportamiento parecido al de los niños, de ayuda al adulto con problemas, aunque sólo en aquéllas tareas que eran más fáciles.
Los investigadores descubrieron que, aunque los chimpancés no eran capaces de ayudar en aquellas tareas más complejas –en las que los niños sí habían sabido participar-, sí lo hicieron cuando sus cuidadores intentaban alcanzar algo
La novedad del estudio alemán es que el altruismo ha sido medido cuando los chimpancés interaccionaban con humanos, a los cuales podrían considerar incluso como sus progenitores.
Según Warneken, el experimento con los chimpancés supone la primera demostración empírica de un comportamiento altruista en un primate no humano. Estos animales no actuaron movidos por el deseo de conseguir un premio, sino por el mero impulso de ayudar
De estas actitudes, los investigadores deducen que existen formas de comportamiento altruista en nuestros parientes genéticos, los monos, tal como explican en otro comunicado del Instituto Max Planck. Los resultados de este estudio con niños y monos han sido publicados asimismo en la revista Science.
Reacción espontánea
Según se deduce de ambos experimentos, el ser humano tiene una impronta altruista en su propia naturaleza, señalan los científicos. Es lo que denominamos altruismo, un comportamiento que nos lleva a dar limosna, mandar dinero a los damnificados por un desastre natural o a ayudar a gente que ni siquiera conocemos.
Estas actitudes, por tanto, serían innatas en nuestra especie, ya que incluso niños muy pequeños, y que aún carecen de socialización, tienden a ayudar espontáneamente. La pista de esta actitud conduce a nuestros ancestros genéticos más próximos, los chimpancés.
Los científicos ven en el comportamiento de los chimpancés el origen remoto de nuestro propio altruismo, que quizá provenga de un ancestro común, desde el que evolucionó al comportamiento que los humanos tenemos hoy.
No sólo es la primera vez que una conducta altruista se encuentra en animales, sino que este estudio demuestra asimismo que los chimpancés, al igual que los bebés de 18 meses, son también conscientes del estado mental de su cuidador.
Nueva visión
El descubrimiento de que los chimpancés pueden ser altruistas contradice un estudio anterior realizado por la investigadora de la Universidad de California, Joan Silo, y publicado a finales del año pasado en Nature, según el cual los chimpancés serían indiferentes a las necesidades de sus semejantes.
Esta investigación sorprendió porque ya se había constatado que los chimpancés se habían manifestado capaces de cooperar con otros de su especie para alcanzar una meta común, por lo que diferentes expertos manifestaron entonces sus dudas respecto a la validez de la investigación de Silo.
Consideran estos expertos que los resultados obtenidos por Joan Silo no podían considerarse válidos porque los animales de su experimento vivían en cautividad, cuando se sabe que los chimpancés, cuando están en su medio natural, son capaces de compartir comida.
En un comentario a estas investigaciones, también publicado por Science, Joan Silo reconoce ahora que el estudio alemán demuestra efectivamente que los chimpancés pueden exhibir una conducta de colaboración similar a la de los seres humanos cuando comprenden el objetivo de la persona, pero advierte que no se piense por ello que los chimpancés ayudan por las mismas razones solidarias que motivaron a los bebés.
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