Investigadores de China han descubierto que las personas que son altruistas sufren menos cuando tienen una experiencia dolorosa, según informan en un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences que desvela los mecanismos neuronales subyacentes al efecto atenuador del dolor del comportamiento altruista.
El altruismo es la capacidad humana que lleva a las personas a ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.
Por investigaciones anteriores sabemos que el altruismo tiene un origen genético, que se despierta a los 18 meses en seres humanos y que incluso una especie de interruptor social provoca reacciones altruistas en las personas.
También sabemos que las personas altruistas tienen un mayor volumen de materia gris en el cerebro y que en los niños el comportamiento altruista mejora el equilibrio fisiológico.
También hemos averiguado que adoptar comportamientos altruistas puede hacer que las personas se sientan bien, lo que hace que el cerebro produzca sustancias químicas como la dopamina que aumentan los buenos sentimientos, tal como ha señalado Mathieu Ricard en su libro “En defensa del altruismo ”.
La nueva investigación añade un elemento nuevo al conocimiento que tenemos sobre el altruismo: también puede aliviar la sensación de dolor físico a las personas que sienten empatía por los demás y los ayudan en momentos de dificultad.
Cuatro experimentos
La evidencia de este nuevo atributo del altruismo fue adquirida mediante cuatro experimentos desarrollados por los autores de esta investigación.
En el primer experimento, pidieron a las personas que donaron sangre después de un terremoto que calificaran cómo sentían un dolor leve inducido en laboratorio.
También preguntaron esa cuestión a otro grupo de personas que habían donado sangre cuando no hubo desastres recientes.
En este primer experimento, los investigadores descubrieron que las personas que se ofrecieron como voluntarias después de un terremoto notaron que el dolor inducido era más suave que el del otro grupo que había donado sangre sin necesidad de haber sufrido un desastre.
En el segundo experimento, los investigadores convencieron a un grupo de voluntarios para que revisaran un manual para niños inmigrantes de forma gratuita. Y a otro grupo de personas para que revisaran el mismo manual por obligación. Algunos sencillamente no quisieron participar.
Durante la experiencia, todos los voluntarios estuvieron expuestos al frío ambiental. Los investigadores descubrieron que los que colaboraron gratuitamente sentían menos el frío ambiental que el grupo que no participó en la revisión del documento o lo hizo obligado.
En un tercer experimento, los investigadores se centraron en pacientes con cáncer sometidos a los dolores propios de su enfermedad. Descubrieron que cuando estos pacientes ayudaban a otros enfermos (la prueba duró siete días), sentían menos dolor físico que los que no se comprometieron con esa tarea solidaria.
Constatación cerebral
Por último, en el cuarto experimento, la investigación fue un poco más agresiva. Primero pidieron a un grupo de voluntarios que donaran algo de dinero para ayudar a los huérfanos. Unos accedieron y otros no.
A continuación, todos los participantes experimentaron ligeras descargas eléctricas proporcionadas por los investigadores mientras sus cerebros eran observados mediante imágenes de resonancia magnética (fMRI).
El resultado de este experimento también fue similar: la reacción cerebral al dolor de los voluntarios que habían ayudado a los huérfanos era menor que la de los voluntarios que no habían querido donar nada.
Eso significa que el cerebro registra menos dolor en el caso de los voluntarios altruistas: el grupo de neuronas que, según informamos en otro artículo, activan o desactivan el dolor, reaccionan de forma diferente si hay una actitud altruista en la persona que lo sufre: las áreas corticales clásicas relacionadas con el dolor reducen el sufrimiento de esa persona.
Reacción inversa
Los investigadores también descubrieron que había una reacción proporcional inversa cuando un voluntario sentía que su ayuda había sido útil a otra persona: la reacción cerebral al dolor también era menos intensa en este caso.
Los investigadores sugieren que sus experimentos, cuando se combinan con los resultados de otros estudios, demuestran que el comportamiento altruista no solo hace que las personas se sientan bien, sino que también reduce la experiencia del dolor físico.
Según señalan los investigadores en un comunicado, esta investigación contribuye a una comprensión más integral del altruismo humano.
Demuestra que las personas pueden beneficiarse de los actos altruistas, lo que les permite hacer frente a circunstancias adversas con una nueva perspectiva.
La investigación explica los mecanismos psicológicos y biológicos que sustentan el comportamiento solidario y proporciona información práctica sobre la gestión del dolor, señalan los investigadores.
Concluye que los comportamientos altruistas pueden amortiguar los sentimientos dolorosos al generar ganancias intangibles para a las personas solidarias a través de procesos psicológicos mejorados.
Y proporciona un método sin efectos secundarios y gratuito para paliar el dolor: ayudar a los demás.
Otras cuestiones
Este descubrimiento plantea una cuestión adicional no contemplada en esta investigación: dado que el cerebro registra el dolor social como si fuera dolor físico, ¿es posible que el altruismo alivie también el dolor que supone sentirse marginado de un grupo social o perder a un ser querido?
Otra investigación de científicos de China publicada en Frontiers in Psychology añade más información significativa sobre el altruismo: puede potenciarse en las personas a través de la percepción de colores. El azul nos hace más altruistas y el rojo más egoístas.
Referencia
Altruistic behaviors relieve physical pain. Yilu Wang et al. PNAS, December 30, 2019. DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.1911861117
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