Muchos médicos se muestran críticos y aluden al llamado «efecto placebo» de la homeopatía cuando escuchan a algunos de sus pacientes decir que los medicamentos homeopáticos les funcionan.
A este respecto, la farmacéutica y especialista en homeopatía Beatriz Morillo Blanco señala que los resultados de estos medicamentos no se pueden considerar como “placebo” porque «hay resultados muy positivos en bebés o animales en los cuales no se contempla el efecto placebo. En veterinaria cada vez se utiliza más la homeopatía, porque los resultados de curación son increíbles», asegura.
El Gobierno español por su parte ha preparado una orden ministerial para dar el visto bueno a unos 19.000 productos homeopáticos que durante dos décadas han permanecido en un limbo legal. Este permiso se conseguiría cuando los laboratorios presenten un informe sobre la calidad, seguridad y eficacia de estos productos.
Frente a la apertura de esta vía para la medicina homeopática, la asamblea general de la Organización Médica Colegial se ha mostrado tajante, posicionándose en contra de la regulación de la homeopatía, por considerar que esta forma de terapia no tiene una demostración científica al uso.
Los expertos han afirmado en este sentido, y tomando como base el Código de Deontología Médica (CDM), que “todos los médicos están obligados a emplear preferentemente procedimientos y prescribir fármacos cuya eficacia se haya demostrado científicamente”, ha publicado SINC.
Argumentos y contrargumentos
Los remedios homeopáticos, también conocidos como remedios de Hahnemann, fueron desarrollados por el médico alemán de origen sajón Samuel Hahneman quien, a finales del siglo XVIII, sentó los siguientes principios de la homeopatía: ley de similitud (lo similar cura lo similar), ley de la dosis infinitesimal (cuanto más diluido está un remedio, más potente es) y la enfermedad es específica de cada uno. El objetivo de Hahnemann fue buscar un método terapéutico efectivo que mostrase tener los mínimos efectos secundarios adversos.
Morillo Blanco explica la ley de similitud de la siguiente forma: «toda sustancia farmacológicamente activa provoca en la persona sana y sensible a ella un conjunto de síntomas característico de la sustancia empleada. De este modo, la homeopatía actúa en el mismo sentido que las reacciones del organismo, ya que las estimula para hacerlas más eficaces, camina con ellas y, por ello, necesita dosis bajas e incluso infinitesimales».
El principio homeopático «lo similar cura a lo similar» es sin embargo para el Catedrático en Química de la Universidad de Valladolid (UVa) y Director Científico en Alkaid Ediciones, Rafael Pardo, un fundamento que carece de respaldo científico alguno; «que prende en la imaginación de la gente por su lejana similitud con las vacunas y por la forma de actuación del sistema inmunitario. Pero la ciencia no funciona a partir de afirmaciones, sino a partir de pruebas».
Sobre la segunda de las leyes que formuló Hahneman (ley de la dosis infinitesimal), Pardo afirma que: «desde el punto de vista de la química, diluir una sustancia a los niveles que alcanza la homeopatía implica que el número de moléculas de ‘principio activo’ existentes al final sea muy escaso. Estadísticamente hablando, es muy probable que el paciente no llegue a ingerir ni una sola de ellas».
La memoria del agua
Otro de los principios en los que se basa la homeopatía es en la llamada «memoria del agua» que, según los especialistas, permitiría que las propiedades del remedio –tan diluido que no deja rastro molecular en el agua en que se ha introducido inicialmente- quedan “almacenadas” en la molécula de dicho agua. Así la dilución pasaría a tener el mismo efecto que el remedio en sí.
En 1988, el médico, bioquímico e inmunólogo francés Jacques Benveniste estuvo en el centro de una gran controversia internacional, cuando publicó un artículo en Nature en el que exponía una serie de experimentos que parecían demostrar que sí existe la “memoria del agua”. El artículo fue refutado poco después de su publicación por la propia revista Nature, cuya dirección consideró que los experimentos de Benveniste habían estado «mal controlados estadísticamente», entre otras argumentaciones.
En 2003, además, un químico belga publicaba un estudio con los resultados del análisis de los procesos que se desencadenan en determinadas diluciones, que según él demostraban que la estructura del agua se modifica por el aparente recuerdo de experiencias químicas recientes.
Por otra parte, el investigador japonés Massaru Emoto ha dedicado décadas al estudio de la memoria del agua; y lleva años defendiendo la teoría de que el agua «recuerda» los eventos por los que han pasado sus moléculas gracias a ciertas propiedades estructurales y vibracionales que la caracterizan.
En este marco teórico, la homeopatía podría cobrar sentido pero, según Pardo, estas hipótesis no son más que “una falacia, ya que los estudios de Emoto han intentado ser replicados (por otros investigadores) sin éxito alguno”.
“Una de las características de la ciencia es que, para que algo sea considerado cierto, debe poder ser repetido por observadores independientes (…) En resumen (la teoría de Emoto) es un sinsentido», concluye Pardo.
Utilizada y rechazada por los médicos
La homeopatía se aplica en más de 80 países, principalmente en Europa; y en Francia, Inglaterra, Suiza y Alemania incluso forma parte de las prestaciones de los sistemas sanitarios.
Según datos del año 2010 de la Comisión Europea, el 75 % de los europeos conocen la homeopatía y el 29 % de ellos la utilizan (cien millones de personas). Además, en España, unos 3.000 médicos de Atención Primaria, 2.000 pediatras y 4.600 facultativos de otras especialidades prescriben medicamentos homeopáticos.
En Francia, 40 centros forman al año a alrededor de 5.000 médicos en medicina homeopática; en Alemania, la homeopatía es practicada oficialmente por médicos y naturópatas reconocidos; en Estados Unidos, el ministerio de sanidad y alimentación (FDA) regula los remedios homeopáticos; y, en España, las facultades de medicina de las universidades de Valladolid y Sevilla ofrecen una especialidad médica de homeopatía; mientras que las universidades de Santiago de Compostela, Granada, Murcia y el País Vasco ofrecen estudios sobre esta rama médica.
Pero la homeopatía también es rechazada por los especialistas. El pasado 30 de octubre de 2013, el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina, que representa a las facultades de toda España, aprobó un posicionamiento contra esta medicina alternativa por considerarla dentro de la pseudomedicina y porque además «supone un problema de salud».
Los homeópatas la defienden. Morillo Blanco asegura que no es una pseudomedicina: «los remedios homeopáticos son medicamentos que curan, que no tienen efectos secundarios. El médico homeópata considera los síntomas de su paciente en el marco de su enfermedad, es decir, observa su manera de reaccionar ante una afección: prescribe como remedio la sustancia cuyas modalidades reaccionales comprobadas experimentalmente corresponden a las del enfermo».
Además «pueden ser un apoyo eficaz en el tratamiento de enfermedades y lesiones graves. La alopatía y la homeopatía pueden ser coadyuvantes, complementarias. Dentro de la homeopatía existen grandes médicos, excelentes profesionales, cuyo objetivo es curar», asegura.
Y sus detractores la atacan. Según Pardo: «la homeopatía no funciona. Los que la utilizan lo hacen basándose en creencias, sugestiones, etc. El problema es cuando una persona enferma se pone en manos de este tipo de terapias y descarta las terapias que realmente podrían tener efecto» (…) «Lo que actúa a nivel psicológico es el efecto placebo o la liberación de endorfinas… O, simplemente, la persona no estaba enferma».
Sin pruebas concluyentes
Así que el gran interrogante sobre la homeopatía para la medicina convencional es: ¿Cómo puede ser mejor un medicamento homeopático cuya demostración científica y su eficacia no está demostrada, frente a un medicamento que ha probado su calidad, eficacia y seguridad durante 20 años, prácticamente en el 100% de los pacientes?
Para Pardo, los estudios científicos publicados sobre la validez de los medicamentos homeopáticos -estudios alemanes de Heel, franceses de Boiron o los de la Universidad de India (Banjeri)- no dan validez o peso a la homeopatía porque tan sólo: «suponen una exposición ante la comunidad científica. La verdadera prueba debería venir a través de la replicación por parte de investigadores independientes y, en su caso, la confirmación, refutación o superación de los resultados. Y esto nunca ha ocurrido».
Hacer un comentario