Diversas causas pueden provocar la ceguera. Una de las más comunes es la retinosis pigmentaria, una enfermedad que engloba dolencias que llevan a la progresiva desaparición de las células fotosensibles de la retina.
Estas células son las encargadas de captar la luz para transformarla en impulsos eléctricos que se transmiten al cerebro mediante el nervio óptico. El cerebro es después el encargado de interpretar esa ingente cantidad de información para hacernos entender lo que ocurre a nuestro alrededor.
Los tratamientos de última generación se centran en estos casos, en los que el problema se focaliza en la retina, concretamente en las células encargadas de convertir la luz en mensajes para el cerebro: los conos y los bastones.
Actualmente existen, fundamentalmente, dos estrategias para intentar solucionar el problema de la retinosis pigmentaria. Los resultados, por ahora solo probados en unas pocas personas, son modestos, pero a la vez prometedores y de gran utilidad para aquellos pacientes que pasan de no ver casi nada a ser capaces de percibir visualmente la presencia de una persona o una línea blanca en el suelo.
El ojo biónico de Second Sight
Por ejemplo, la empresa Second Sight ya ha probado un ojo biónico en pacientes humanos.
La idea es implantar electroestimuladores artificiales en la retina que no tiene células, capaces de electroestimular de forma natural. El paciente pasa a tener una percepción muy básica, con poca resolución y en blanco y negro.
Por otra parte, esta solución no puede igualar a lo biológico en capacidad de adaptación a las variaciones de luz ambiente, ya que las células del ojo humano son capaces de adaptarse a dichas variaciones en un rango de 1 a 10.000.
Virus con ADN de algas fotosensibles
Otra posible solución, aún en ciernes pero extremadamente prometedora es la llamada optogenética. Este tratamiento consiste en la inyección de un virus que contiene ADN de algas fotosensibles.
El fin es infectar las células del ojo haciéndolas fotosensibles y capaces de «entenderse» con el nervio óptico, para estimularlo eléctricamente. La ‘infección’ va acompañada de un proceso de entrenamiento del ojo que ayuda a que la funcionalidad de estas nuevas celulas se desarrolle.
Esta solución solo se está probando por ahora en una sola paciente, pero los investigadores, de la Retina Foundation de EEUU, aspiran a realizar un ensayo con 15 pacientes.
Una enfermedad tratable
Como ya se ha dicho, los resultados son modestos, pero seguramente, para una persona ciega, poder percibir visualmente, aunque sea levemente, su entorno, representa un paso de gigante.
La tecnología evolucionará y tal vez en los próximos años podamos ver tratamientos realmente revolucionarios que conviertan la retinosis pigmentaria en una enfermedad tratable.
En general, la ceguera es un trastorno que puede llegar a ser muy limitante. Si bien la lectura en braile y la adecuación del entorno doméstico y urbano llegan a permitir la integración completa, la adaptación es más dura en los casos en los que esta condición llega en una edad avanzada, que es lo que suele suceder con la retinosis pigmentaria.
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