El año pasado, un equipo de investigadores estadounidenses descubrió que el analgésico acetaminofeno (más conocido como paracetamol) embota las emociones positivas, como la alegría.
Lo hicieron a partir de un experimento en el que participaron 82 personas, la mitad de las cuales tomaron una dosis de 1.000 miligramos de acetaminofeno, y la otra mitad, un placebo de aspecto idéntico.
Tras esperar 60 minutos para que el medicamento surtiera efecto, los participantes vieron 40 fotografías seleccionadas para provocar respuestas emocionales. Las fotos eran extremadamente desagradables (niños desnutridos llorando), neutrales (una vaca en un campo) o muy agradables (niños pequeños que juegan con gatos).
Después de ver cada foto, se pidió a los participantes que calificaran cómo de agradable eran las imágenes, en una escala de -5 a 5. Luego se les pidió que midieran la reacción emocional que habían sentido, de 0 a 10.
Los que tomaron paracetamol clasificaron todas las fotografías de forma menos extrema que aquellos que tomaron el placebo, y lo mismo ocurrió con sus emociones. La gente que tomó el analgésico no parecía saber que estaba reaccionando de manera diferente.
En este estudio participó Baldwin Way, profesor de psicología y miembro del Ohio State (OSU) Wexner Medical Center’s Institute for Behavioral Medicine Research de EEUU. Más recientemente, Way ha trabajado con el también psicólogo Geoffrey Durso de la OSU en una nueva investigación sobre el paracetamol.
En este caso, lo que han descubierto los investigadores es que cuando se toma acetaminofeno también se reduce la empatía, tanto por los dolores físicos como por los dolores sociales de otras personas.
Los investigadores encontraron, por ejemplo, que cuando los participantes que tomaron paracetamol supieron sobre las desgracias de otros, pensaron que estos habían experimentado menos dolor y sufrimiento, en comparación con los participantes que no habían tomado ningún analgésico.
Nuevas pruebas realizadas
Estos resultados fueron obtenidos a partir de dos experimentos. En el primero participaron 80 estudiantes universitarios, la mitad de los cuales tomaron 1.000 mg de paracetamol, mientras que la otra mitad tomó un placebo.
Después de esperar una hora para que el medicamento surtiera efecto, los participantes leyeron ocho relatos cortos en los que una persona sufría algún tipo de dolor. Los participantes calificaron el dolor de cada uno de estos personajes entre 1 (ningún dolor) y 5 puntos (peor dolor posible). En general, los participantes que habían tomado paracetamol calificaron como menos grave el dolor de los personajes, en comparación con aquellos que habían tomado el placebo.
En un segundo experimento, 114 estudiantes universitarios fueron divididos en dos grupos: una mitad tomó paracetamol y el resto un placebo. A todos ellos se les presentó el ruido de cuatro explosiones de dos segundos –de entre 75 y 105 decibelios-, y se les pidió que evaluasen su ruido en una escala de entre 1 (nada desagradable) y 10 (muy desagradable). Se les pidió a continuación que imaginaran cuánta molestia causarían esas mismas explosiones en otro participante en el estudio, anónimo.
Los resultados mostraron que, en comparación con aquellos que tomaron el placebo, los participantes que tomaron paracetamol clasificaron las explosiones de ruido como menos desagradables para ellos mismos; y también pensaron que serían menos desagradables para los demás.
Implicaciones
La empatía, según la definición más extendida, es la habilidad que posee un individuo de percibir los pensamientos y sentimientos de otros, lo que genera sentimientos de simpatía, comprensión y ternura. En general se entiende como la acción o actitud de ponerse en el lugar de otro para verlo desde su marco interno de referencia.
De este modo, se comprende que los resultados obtenidos en este estudio son importantes. Sobre todo si se tiene en cuenta que el acetaminofeno se encuentra en más de 600 de los medicamentos que se venden en EEUU, según se explica en una nota de prensa de la Ohio State University.
De hecho, se calcula que, a la semana, alrededor del 23% de los adultos estadounidenses (unos 52 millones de personas) utilizan un medicamento que contiene acetaminofeno.
Posible causa de la ‘desconexión’
Pero, ¿por qué un medicamento contra el dolor físico puede reducir nuestra empatía? La respuesta podemos hallarla en otra investigación de hace más de 12 años.
En 2004, científicos del University College London (UCL) del Reino Unido hallaron que las mismas regiones cerebrales implicadas en el dolor propio se activan también cuando nos identificamos con otras personas que están padeciendo algún dolor.
Este descubrimiento fue realizado gracias a la observación de las reacciones del cerebro, a través de imágenes de resonancia magnética (que, curiosamente, también detectaron que el efecto placebo no es sólo psicológico, pues implica una disminución de la actividad de las regiones cerebrales relacionadas con el dolor, pero eso no viene ahora al caso).
Es decir, que si el paracetamol ‘adormece’ aquellas regiones cerebrales que nos producen dolor, inevitablemente hará que también dejemos de conectar con el dolor de otros.
Estudios posteriores han incidido en la neurobiología de la empatía, por ejemplo, se ha descubierto que los médicos pueden sentir el dolor de los enfermos que tratan (e incluso experimentar alivio cuando los pacientes también los sienten); y que la capacidad humana para identificarnos con el dolor de otros existe desde la infancia.
Medicamentos para lograr efectos positivos
Curiosamente, en 2015 se descubrió que otro medicamento llamado tolcapona, y que se usa para tratar a personas con la enfermedad de Parkinson, puede hacer a las personas más sensibles y menos tolerantes a la desigualdad social.
El hallazgo fue realizado por científicos de la Universidad de California en Berkeley, EEUU, y apuntaba a que podría crearse una píldora destinada a impulsar la compasión humana.
También se ha descubierto recientemente que la oxitocina, también conocida como “hormona del amor” por su importancia en las relaciones de pareja y el establecimiento de los lazos entre madre e hijo, incrementa la sensibilidad, la capacidad de confiar en otras personas y la empatía; por lo que ya se contempla su uso para modificar comportamientos.
Por último, un libro publicado en 2011 por especialistas en bioética de Oxford analizaba la posibilidad de que en el futuro lleguen a existir medicamentos que mejoren la moralidad humana. Según los autores de la obra, los científicos están cada vez más interesados en el desarrollo de tecnologías biomédicas capaces de intervenir en los procesos biológicos que condicionan el comportamiento y el pensamiento morales.
Referencia bibliográfica:
Dominik Mischkowski, Jennifer Crocker, Baldwin M. Way. From Painkiller to Empathy Killer: Acetaminophen (Paracetamol) Reduces Empathy for Pain. Social Cognitive and Affective Neuroscience (2016). DOI: 10.1093/scan/nsw057.
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