Los especialistas sabían ya que el riesgo de suicidio de cualquier persona aumenta si un miembro de su familia se ha quitado la vida.
Un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Estocolmo y de la Universidad de Oxford ha confirmado esta relación, pero además ha revelado algo que hasta ahora no se sabía: que el suicidio de un compañero de trabajo también aumenta el peligro de que otras personas que trabajan con él se suiciden.
Según publica la Universidad de Estocolmo en un comunicado, este efecto suicida contagioso es estadísticamente significativo sólo en el caso de los hombres.
Entre ellos, el riesgo de quitarse la vida se incrementa si un colega se suicida incluso más que en el caso de que se suicide un miembro de su familia, dado que hay más cantidad de individuos relacionados con el fallecido.
Influencia del entorno laboral
En Suecia, cada año se suicidan alrededor de 1.500 personas (en nuestro país, unas 1.800 y en el mundo un millón de personas anualmente). Las razones que impulsan a estos actos tan radicales a menudo son personales y pueden ser numerosas, como el padecer una enfermedad mental o física.
Investigaciones previas habían demostrado, sin embargo, que los suicidios pueden no ser sólo por razones personales sino que también pueden venir influenciados por el entorno. Y es que, en las redes sociales, diversos tipos de comportamientos, sentimientos y actitudes pueden extenderse con relativa facilidad.
Los científicos de las Universidades de Estocolmo y de Oxford se cuestionaron si una decisión tan drástica como matarse a uno mismo puede venir influenciada por otros. Según aparece publicado en la revista Social Forces, para averiguarlo observaron, en un periodo de cinco años y medio, a 1,2 millones de individuos, de los que 1.116 se suicidaron.
El estudio se basó en datos de todas las personas que vivieron y trabajaron en la provincia de Estocolmo (una de las 21 provincias que conforman Suecia), durante la década de los años 90 del siglo XX. Estos datos fueron des-personalizados para no manejar información privada, sustituyendo la información por códigos numéricos.
Hombres en peligro
Según declaró Monika K. Nordvik, sociólogo de la Universidad de Estocolmo y una de las responsables de la investigación, “reuniendo a los parientes y colegas de los individuos analizados, pudimos establecer cuáles de ellos habían vivido el suicidio de un familiar o de un compañero de trabajo. Después, analizamos si los suicidios de otros aumentó o disminuyó el riesgo de suicidio de los individuos observados”.
Y la respuesta fue que sí: los investigadores descubrieron que el peligro de suicidio aumentaba considerablemente tanto en mujeres como en hombres si algún familiar se había quitado la vida, tal y como habían detectado ya investigaciones anteriores.
Asimismo, la investigación reveló que el riesgo de suicidio aumentaba también como consecuencia del suicidio de compañeros de trabajo, acaecidos en el último año, pero sólo en el caso de los hombres.
Lo preocupante es que, estadísticamente, a este motivo podían adscribirse más suicidios que a los suicidios de los propios familiares, siempre en el caso de los varones, advirtieron los científicos.
Cuestión de estadística
Según declaraciones de otro autor de la invesitgación, el profesor Peter Hedström, de la Universidad de Oxford, “dado que hay muchos más individuos que experimentan el suicidio de una persona conocida en el lugar de trabajo, el efecto conjunto resulta mayor que el que puede atribuirse a los suicidios de los familiares, incluso a pesar de que evidentemente un suicidio en la familia tiene un impacto mayor en el riesgo de suicidio de cualquier individuo particular”.
Es decir, que el efecto de la interacción social en este aspecto sería mayor en el lugar de trabajo que en el entorno familiar y, por tanto, la exposición en el primero resultaría más importante para la tasa de suicidios, porque los individuos están más a menudo expuestos a los suicidios de colaboradores que a los de miembros de sus familias.
Los resultados obtenidos señalan que, de hecho, los suicidios de varones que pueden atribuirse al “efecto contagioso” en los lugares de trabajo son el doble que los atribuibles al suicidio de un familiar.
Estudio previo y lacra social
Los suicidios por empatía o por influencia del entorno han sido analizados con anterioridad por diversos investigadores. Así, por ejemplo, en 2005, un estudio llevado a cabo con 475.000 daneses, de los que se suicidaron nada menos que 9.000 personas de edades comprendidas entre los 25 y los 60 años, reveló que el suicidio de la pareja aumenta el riesgo de que suicide el otro miembro de la pareja, aunque con diferencias estadísticas según el sexo.
Así, los hombres que han perdido a su pareja por suicidio son tres veces más tendentes a cometer suicidio que las mujeres, entre otras razones, porque los varones tienden menos a buscar ayuda y a padecer enfermedades mentales no detectadas ni tratadas. También la pérdida de un hijo por suicidio dobla el riesgo de que uno de los progenitores se suicide, en este caso en ambos sexos, señaló el informe.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el suicidio es causante de más mortalidad que todos los conflictos bélicos del planeta. Para 2020, las estimaciones de dicha organización prevén, además, que el número mundial de suicidios consumados alcance el millón y medio. En España, las cifras son cada año prácticamente las mismas que las de muertos por accidentes de tráfico.
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