El escándalo de las escuchas de la NSA norteamericana, revelado por Edward Snowden, no pone en evidencia tan solo que EEUU espía a sus aliados, sino sobre todo que hay una confrontación geoeconómica planetaria y que Europa la está perdiendo.
Que los americanos tenían intervenido el móvil de Merkel es solo una pequeña broma. Hemos entrado en una era de vigilancia electrónica total, porque estamos en un mundo dominado por la guerra económica encubierta.
El terrorismo es sólo una excusa y esto es solo el principio. La tecnología ya permite el espionaje global de la humanidad y Estados Unidos ya tiene la delantera, no ya en su lucha contra las oscuras fuerzas del terrorismo, sino en el uso masivo de los «data» para acumular una cantidad increíble de informaciones industriales, tecnológicas, financieras y comerciales, en beneficio de sus empresas y sus intereses hegemónicos.
Otras naciones, especialmente China, pero también Gran Bretaña y Francia, han construido sus propios dispositivos de vigilancia e inteligencia económica. Los gobiernos saben perfectamente lo que niegan en público: un número creciente de Estados, empresas y organismos públicos, violan cotidianamente la privacidad y la legalidad establecida con toda impunidad.
«Este asunto del espionaje muestra que, en el conjunto de la cadena de información digital, la relación de poder entre EEUU y Europa es probablemente de 1 a 100», dice el especialista Eric Le Boucher en Les Echos. Las empresas que recogen y manejan los data son ya casi todas norteamericanas y tienen una considerable ventaja de salida sobre rivales que quisieran lanzarse en Europa.
Reacción
Angela Merkel parece tenerlo ahora más claro y aboga por lanzar a Alemania a la «industria 4.0», la fusión que nos aguarda de las TICs y la información planetaria.
También Bruselas está empezando a reaccionar y apuesta por una inversión de al menos 200 millones de euros para desarrollar una serie de servidores propios, ya que no podemos fiarnos de los americanos.
La Comisión estudia la posibilidad de sacar miles de millones de euros de los fondos estructurales para destinarlos a hacer frente a este desafío capital.
Será necesario ir más allá y crear una Agencia Europea para la Inteligencia Económica que esté a la altura del desafío de la confrontación planetaria relativamente no violenta.
Debemos trabajar para construir una verdadera paz económica, dejando de lado la guerra darwinista actual, que ataca los fundamentos del desarrollo sostenible, el principio de responsabilidad general sobre el que tenemos que construir la seguridad internacional y la defensa de los derechos humanos. Como ha dicho sin cortarse Mark Zuckerberg, la era de la esfera privada ha terminado para siempre.
(*) Este artículo se publicó originalmente en Media-Tics . Se reproduce con autorización.
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