“Es necesario aplicar tratamientos diferenciados en cada subgrupo de jugadores patológicos para responder a las dificultades y necesidades terapéuticas específicas”, afirma a SINC Susana Jiménez Murcia, coautora del estudio y coordinadora de la Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge-IDIBELL de Barcelona.
Los resultados del trabajo, que ha publicado el Canadian Journal of Psychiatry, muestran cuatro grupos de jugadores patológicos diferenciados por sus características de personalidad y psicopatología asociada.
Según los investigadores, que analizaron a 1171 personas, los tipos I y II son jugadores patológicos que muestran déficits en la modulación de respuesta, “pero sólo en el tipo II se evidencia psicopatología significativa concurrente”, con una elevada impulsividad y búsqueda de sensaciones.
Resistir el impulso de jugar
El juego patológico se ha definido como un fracaso progresivo y crónico para resistir el impulso de jugar. Es una conducta que daña y lesiona los objetivos personales, familiares y vocacionales (APA, 2000). En los manuales de trastornos mentales, el juego patológico se clasifica como un ‘trastorno del control de los impulsos’.
“Sin embargo, esta clasificación ha generado cierta controversia entre la comunidad científica debido a la elevada heterogeneidad que presenta este trastorno. Existen subtipos distintos de jugadores patológicos en los que no siempre la impulsividad es el rasgo más característico”, subraya la investigadora.
Por ello, la comunidad científica se plantea ahora la posibilidad de introducir en las nuevas ediciones de manuales como el Quinto Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) una nueva categoría diagnóstica llamada ‘adicciones comportamentales y a sustancias’.
Cuatro tipos de jugadores compulsivos
El Tipo I, al que se podría llamar ‘desorganizado y emocionalmente inestable’, presenta rasgos esquizotípicos de personalidad, alta impulsividad, abuso de alcohol y sustancias, alteraciones psicopatológicas y edad de inicio temprana”.
El Tipo II o esquizoide muestra elevada evitación al daño, distanciamiento social y abuso de alcohol.
El Tipo III o sensible a la recompensa se caracteriza por elevados niveles de búsqueda de sensaciones e impulsividad, aunque sin alteraciones a nivel psicopatológico.
El Tipo IV o de funcionamiento elevado presenta un perfil de personalidad globalmente adaptado, sin trastornos por abuso de sustancias y sin alteraciones psicopatológicas asociadas.
Hacer un comentario