La calidad de la educación está seriamente amenazada porque cada día hay más niños y menos maestros debido, por un lado, al continuo crecimiento de la población, y, por otro lado, al deterioro de las condiciones laborales de los 59 millones de profesores que existen en todo el mundo, de los que dos tercios trabajan en los países atrasados.
La peor situación se vive en los países con menor desarrollo económico, donde la mitad de los niños no están escolarizados, donde la población escolar triplica a la de los países desarrollados, donde el 30% del profesorado tiene menos de 30 años de edad y una cualificación débil, y donde la mujer, aunque tiene mayor presencia, sigue sin alcanzar el 50% del total del cuerpo docente y sin estar adecuadamente representada en la dirección educativa.
En el mundo desarrollado, donde el promedio de alumnos por docente es de 16, la mayoría de los profesores tiene más de 40 años de edad y una formación que data de 15 o 20 años, insuficiente para las nuevas competencias que demanda la economía. A este factor hay que añadir la escasez de nuevas generaciones docentes debido a los bajos salarios, lo que dificulta el desempeño de una enseñanza de calidad.
Estas son algunas de las conclusiones recogidas en un estudio efectuado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Oficina Internacional del Trabajo (OIT).
Este estudio, titulado Statistical Profile of the Teaching Profession, se basa en el más amplio conjunto de datos sobre los docentes acopiado hasta la fecha.
Según este estudio, el número de niños en edad escolar ha aumentado más deprisa que el de maestros en la década de los 90, hasta tal punto que en algunos países en desarrollo hay más de cien alumnos por maestro.
Otra de las conclusiones del estudio es que el deterioro de las condiciones de trabajo y los bajos salarios están afectando al número de maestros que se necesitan para la creciente cantidad de niños escolarizados que hay en el mundo.
Concentración en el tercer mundo
Los datos del estudio muestran que se ha llevado a cabo una labor coordinada en muchos países en desarrollo, donde es mayor la demanda de maestros y donde viven y trabajan dos tercios de los docentes del mundo entero, de los que más de 25 millones están dedicados a la enseñanza primaria.
El número de maestros de primaria en esos países aumentó casi en un 9% entre 1990 y 1995. Sin embargo, el informe añade que la población de niños en edad de cursar la enseñanza primaria aumentó también en la misma proporción.
En la enseñanza secundaria de los países en desarrollo, el número de profesores aumentó a un ritmo considerablemente más rápido que el de la población en edad de cursar estudios secundarios (14,3% y 6,0% respectivamente).
La mitad de los niños sin escolarizar
En los Países Menos Adelantados (PMA), la diferencia fue menos acusada (16,4% y 13,9%). No obstante, el informe señala que casi la mitad (228 millones) de la población total de jóvenes en edad de cursar ese tipo de enseñanza no van a la escuela. Cuando una mayor cantidad de ellos curse estudios secundarios, la demanda de docentes registrará un aumento espectacular.
En los Países Menos Adelantados, la proporción de alumnos por maestro es tres veces mayor que en las naciones desarrolladas. A escala mundial, esa proporción oscila entre 9 y 72 alumnos por maestro.
En el informe se indica que en algunos países como Benin, República Centroafricana, Chad, Congo, Gabón, Malawi, Malí, Mozambique y Senegal, el promedio de alumnos por maestro es de 50 y con frecuencia alcanza los 70. Un promedio de 70 alumnos por maestro, subraya el informe, significa que las clases de 100 alumnos no son raras.
Diferencia con el área OCDE
Esta situación ofrece un enorme contraste con la de los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), donde el promedio de alumnos por docente es de 16. Así, en Dinamarca hay 10,6 alumnos por maestro; en Hungría 10,9; en Italia 11,13; en Luxemburgo, 12,5, y en Noruega 12,6.
En los países en desarrollo, los maestros suelen ser más jóvenes y carecer de experiencia. En muchos de ellos, más del 30% de los docentes tienen menos de 30 años de edad.
Por otro lado, aunque la mayoría de los docentes poseen títulos académicos de validez nacional para desempeñar sus funciones, su cualificación varía mucho.
Entre los aspectos positivos, el informe destaca que el número de mujeres que ejercen la docencia aumentó a lo largo de los años noventa, si bien señala que siguen representando bastante menos del 50% de los docentes en muchos países del África Subsahariana y de Asia Meridional, en donde la presencia de más mujeres en la enseñanza podría contribuir a incrementar la escolarización de las niñas.
Además, las mujeres siguen sin estar representadas suficientemente – y a menudo lo están muy escasamente – en los puestos de dirección, lo cual constituye una prueba de que el llamado «techo de cristal» sigue siendo una realidad en los sistemas educativos.
Difícil futuro
A los países ricos también se les presenta difícil el futuro. El conjunto del profesorado está envejeciendo y los gobiernos están tropezando con dificultades para atraer a los jóvenes a la profesión docente.
En Alemania y Suecia, por ejemplo, más del 70% de los maestros de primaria tienen más de 40 años. Esto significa que la formación profesional inicial de la mayoría de los docentes de los países desarrollados data de hace 15 o 20 años, mientras que los conocimientos y las competencias prácticas que necesitan adquirir los estudiantes han cambiado enormemente desde entonces.
En el informe se señala que en muchos países se ofrece a los docentes formación profesional permanente durante su carrera, pero se pone en tela de juicio su calidad y pertinencia.
En el estudio se indica también que los bajos salarios pueden ser en parte la causa de la escasez de nuevos candidatos a la profesión docente.
En los países miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), por ejemplo, un maestro con 15 años de experiencia gana un promedio de 27.525 dólares anuales (de 8.252 dólares en Hungría a 43.627 dólares en Suiza). Una remuneración que, según el informe, es considerablemente inferior a la que obtienen los profesionales con igual calificación en otros sectores.
Menos salarios
No obstante, esos ingresos son aún muy superiores a los de los maestros de los países en desarrollo, donde los salarios de los docentes han ido disminuyendo constantemente a lo largo de todos los años noventa.
En Indonesia, un docente con quince años de experiencia gana 2.938 dólares anuales, mientras que en Perú, todos los maestros ganan algo menos de 4.700 dólares anuales, independientemente de su experiencia y del nivel en que enseñan.
En el informe se analizan los equilibrios que tienen que realizar los gobiernos para optimizar la eficacia de sus respectivos sistemas de educación.
En algunos países, por ejemplo en Perú, los bajos salarios de los docentes los compensa en parte la cantidad relativamente menor de horas lectivas (unas 648 anuales).
En Filipinas los maestros están mejor retribuidos (unos 10.640 dólares al año), pero el promedio de horas anuales que trabajan en clases con más de 50 alumnos se eleva a 1.176.
Tarea compleja
Evidentemente, tratar de compatibilizar estos distintos factores es una tarea compleja, especialmente para los países pobres. No obstante, lograr un equilibrio es vital para crear y mantener un cuerpo de docentes con buena capacitación profesional.
En 1966, la UNESCO y la OIT adoptaron una Recomendación relativa a la Situación del Personal Docente, en la que se destaca la función fundamental que éste desempeña en la educación y se dice que su importancia para la sociedad debe tomarse en cuenta en los salarios y las condiciones de trabajo.
El Instituto de Estadísticas de la UNESCO prepara también un estudio sobre la calidad de la enseñanza que será difundido el año próximo y que establece categóricamente que el profesorado es la pieza clave del éxito del objetivo internacional de educación para todos.
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