El aumento de los suicidios en una ciudad de Carolina del Norte está relacionado con los niveles de contaminación industrial del entorno, según un nuevo estudio presentado esta semana en el U.S. Psychiatric and Mental Health Congress que ha tenido lugar del 7 al 10 del presente noviembre en Las Vegas.
Tal como explica un artículo de la UNC School of Medicine de la mencionada Universidad, éste es el segundo estudio que se presenta en un año sobre la sorprendente coincidencia entre un elevado índice de suicidios en una región concreta de Estados Unidos y la polución industrial de derivados del petróleo que se emite en el entorno.
El primer estudio, presentado el año pasado en la anterior asamblea de psiquiatras, se refería a dos barrios de la ciudad de Salisbury. El segundo estudio se refiere al condado rural de Haywood. En ambos lugares, expuestos a los mismos contaminantes, los índices de suicidios son extremadamente altos respecto a la media del Estado.
En Salisbury pudo establecerse que el índice de suicidios triplica la media del Estado, situándose en el 38,4 anual por cada 100.000 individuos entre 1994 y 2003. En Haywood la media se sitúa en el 21,1 annual por cada 100.000 residentes entre 1997 y 2002, lo que supone haber duplicado el índice anterior de 11,8 por 100.000 residentes entre 1990 y 1996.
En Carolina del Norte, la tasa media de suicidios entre 1997 y 2001 fue del 11,4 por cada 100.000 residentes, pero en Haywood sólo en el año 2000 el porcentaje de suicidios ascendió al 29,7 por ciento. Entre 1979 y 1996, Haywood no figuraba entre las regiones del Estado con significativos índices de suicidios, pero entre 1999 y 2002 se situó en tercera posición entre las regiones más afectadas por este problema.
Coincidencia en el tiempo
Según los autores de esta investigación, la escalada de suicidios coincide en el tiempo con un aumento puntual de los índices de contaminación de la industria cercana. En el condado de Haywood, por ejemplo, ha habido lanzamiento de muchos productos químicos a la atmósfera, incluyendo más de 93.000 libras de sulfuro de hidrógeno, en 2003. El sulfuro de hidrógeno se obtiene en actividades industriales relacionadas con el procesamiento de alimentos, hornos de coque, fábricas de papel, curtidurías y refinerías de petróleo.
Los estudios realizados sobre las industrias de asfalto y papel han demostrado, según los autores de esta investigación, que la exposición de personas a determinados niveles del sulfuro de hidrógeno puede dar lugar a nerviosismo, manías, demencia y violencia, por lo que la relación entre estos episodios contaminantes y la elevación local de los índices de suicidios puede darse por establecida, al menos con un alto índice de probabilidad.
El condado de Haywood está situado en medio de valles montañosos que experimentan frecuentes cambios de temperatura. En ocasiones un aire frío se posa en los valles e impide la dispersión de los agentes contaminantes, ocasionando una pérdida de la calidad del aire que se ha reflejado reiteradamente en las quejas de sus habitantes respecto a malos olores y aires contaminados.
Sin embargo, a pesar de estas evidencias, son necesarios nuevos estudios para determinar los flujos contaminantes de las industrias locales y los niveles de productos químicos relacionados con enfermedades como la depresión, señalan los autores.
También en medio urbano
En el estudio anterior, realizado sobre la población de dos barrios de la ciudad de Salisbury de Carolina del Norte, se descubrió que la media de suicidios en 2003 fue de 128 personas de cada 100.000, un porcentaje 10 veces mayor que el del resto del Estado, informó entonces la mencionada Universidad.
En los vecindarios analizados viven 1.561 residentes que sufren la contaminación procedente de una fábrica de asfalto líquido y de otros derivados del petróleo. Aparentemente, ha sido la contaminación provocada por estas industrias la que ha propiciado que, entre 1994 y 2003, los certificados de defunción mostraran un incremento significativo en la tasa de suicidios.
Cuando lo esperado sería que hubiese dos suicidios en esos 10 años del total de las muertes habidas en ambos barrios, la realidad es que el número ascendió a seis suicidas en ese tiempo, es decir, tres veces más de lo esperado.
Una posibilidad biológica
La diferencia es alarmante: en el resto de Carolina del Norte se suicida una persona por cada 8.621 habitantes, mientras que en ambos barrios de Salisbury, a mediados de los 90, se suicidó como media un individuo por sólo 230 habitantes.
Los niveles de sulfuro de hidrógeno en el área afectada superan con creces los establecidos por la Organización Mundial de la Salud, y se han asociado no sólo con el aumento de suicidios en la zona, sino también con problemas respiratorios entre los habitantes. La presencia de otros contaminantes, como el benceno, además de la del sulfuro de hidrógeno, parece responsable del alarmante un incremento, en 6,4 veces más de lo esperado, de casos de cáncer de mama entre la población femenina.
La hipotética relación entre los suicidios y las emisiones de sulfuro de hidrógeno surge de una posibilidad biológica real. Los investigadores han comprobado que el sulfuro de hidrógeno afecta a la química neurológica del cerebro. Este gas actúa como un neuromodulador capaz de afectar a los estados de ánimos y de ocasionar estrés.
Según explica la Universidad de Carolina del Norte, estudios realizados con animales han demostrado que el sulfuro de hidrógeno altera a determinados neurotransmisores, como la seratonina, la norepinefrina o la dopamina. Asimismo, este gas afecta a la hipófisis o glándula pituitaria (que segrega hormonas), así como a las hormonas adrenocorticotropas o corticotropinas, (producidas por la hipófisis y encargadas de estimular las glándulas suprarrenales).
Regiones del cerebro afectadas
Estas regiones del cerebro están relacionadas con el estrés y con estados depresivos, que pueden desembocar en acciones suicidas.
El estudio señala asimismo que componentes neurotóxicos adicionales, como el benceno, los disolventes clorados y el bisulfuro de carbono, entre otros, también están siendo emitidos a la atmósfera por las plantas de asfalto del vecindario de Salisbury.
Se sabe, por ejemplo, que el bisulfuro de carbono daña las neuronas y provoca cambios en la personalidad, desórdenes emocionales e incluso suicidios entre los trabajadores que pasan mucho tiempo por su profesión en contacto con este compuesto. Algunas investigaciones han sugerido que los obreros que participan en la construcción de las carreteras y que están expuestos a las emisiones de los gases del asfalto, tienen mayores tasas de riesgo de suicidio y de desarrollo de cáncer cerebral.
Los síntomas más comunes de la depresión incluyen la pérdida de interés en actividades que antes se consideraban agradables, el aislamiento social, trastornos en la alimentación, un estado de ánimo permanentemente bajo, la incapacidad de ser eficientes en el trabajo o en la vida familiar, y, a menudo, sentimientos de desesperanza y desesperación.
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