La destrucción de los hábitas naturales y de multitud de especies animales como consecuencia de la actividad del hombre podría originar una evolución muy peligrosa en determinados parásitos, lo que sin duda afectará a la salud de los humanos, ha advertido el doctor Daniel Brooks en el encuentro anual de la American Association for the Advancemente of Science, señalando que estos parásitos se han convertido en auténticas bombas de relojería inherentes a la evolución.
Brooks, zoólogo de la canadiense universidad de Toronto, afirma que la pérdida de biodiversidad está provocando la aparición de enfermedades humanas nuevas y salvajes, tales como el llamado virus del Nilo, ocasionado por la picadura de un mosquito que produce encefalitis y meningitis tanto en humanos como en animales, o la gripe del pollo, entre otras.
Según Brooks, en el pasado, cuando ha habido otros momentos de cambio climático a gran escala, o extinciones masivas de animales, las especies han tenido que trasladarse desde sus áreas de origen a otras áreas, llevando sus males a nuevos huéspedes. Los parásitos se han trasladado a nuevos lugares y han surgido enfermedades en sitios donde antes no existían.
Iniciativa internacional
Tal como explica al respecto un comunicado de la Natural Sciences and Engineering Reserach Council of Canada, Brooks pasó gran parte de la década de los 90 en las junglas de Costa Rica localizando y recolectando parásitos.
Desde 1996, Brooks ha coordinado el Taxonomic Working Group para el Inventario All-Taxa Biodiversity, una iniciativa internacional científica y económica para ayudar a desarrollar a los países a preservar la biodiversidad del planeta.
En el Área de Conservación Guanacaste, situada al noroeste de Costa Rica y compuesta por los parques nacionales de Santa Rosa, Guanacaste y Rincón de la Vieja, además de la Estación Experimental Forestal Horizontes y el Refugio de Vida Silvestre Bahía Junquillal, el All-Taxa Biodiversity Inventory estima que hay unas 250.000 especies de plantas y de animales, incluyendo desde virus hasta jaguares.
Brooks ha encontrado en la zona más de 5.000 tipos de parásitos de especies distintas, de los que más de un tercio resultan completamente nuevos para la ciencia. Según este investigador, se conoce aún muy poco del papel de estos parásitos en las diferentes enfermedades, lo que requerirá un estudio detallado de su complejidad dentro de los ciclos de la vida.
Conocimiento sistemático
Sin esta información, no se puede saber qué parásitos son transmitidos. Y sin un conocimiento sistemático y taxonómico sobre ellos, carecemos de la capacidad para predecir y prevenir las enfermedades parasitarias. De hecho, conocemos sólo una parte del número total de parásitos que existe en el planeta, y la posibilidad de catalogarlos depende de recursos técnicos.
Mientras que las características físicas de muchos parásitos es muy similar, Brooks y sus colegas están usando herramientas taxonómicas moleculares muy novedosas, para clasificarlos a través de sus características genéticas. De esta forma, esperan poder estar más preparados para cuando, casi inevitablemente, parásitos desconocidos ataquen a los humanos como consecuencia de la decadencia ecológica que sufre la Tierra.
Brokks considera que la amenaza de estos parásitos no representa ninguna novedad en la historia de la evolución de las especies, si bien la novedad radica en que en el contexto actual son precisamente los seres humanos los que favorecen esta situación, "que puede estallarnos en la cara y dejarnos profundas huellas".
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