Los bebés expuestos a la caspa de mascotas y roedores, a los alérgenos de cucarachas y una amplia variedad de bacterias domésticas en el primer año de su vida parecen ser menos propensos a sufrir de alergias, sibilancias y asma, según los resultados de un estudio realizado por científicos del Centro Infantil Johns Hopkins (Baltimore, Maryland, EE.UU.) y otras instituciones.
Investigaciones anteriores han demostrado que los niños que se crían en las granjas tienen bajas tasas de alergia y de asma, un fenómeno atribuido a su exposición regular a los microorganismos presentes en el suelo agrícola. Otros estudios, sin embargo, han encontrado un mayor riesgo de asma entre los habitantes de las zonas urbanas deprimidas expuestos a altos niveles de alérgenos y contaminantes de cucarachas y ratones.
El nuevo estudio confirma que los niños que viven en esos hogares tienen en general tasas de alergia y asma más altas, pero añade un giro sorprendente: Aquellos que contactan con este tipo de sustancias antes de su primer cumpleaños parecen beneficiarse de ello, más que verse perjudicados. Es importante destacar que no se observaron los efectos protectores de la exposición bacteriana y a los alérgenos si el primer encuentro de un niño con estas sustancias se produjo después de cumplir 1 año de edad, según la investigación.
Un informe sobre el estudio, publicado en la revista Journal of Allergy and Clinical Immunology, revela que la exposición temprana a las bacterias y ciertos alérgenos puede tener un efecto protector al configurar la respuesta inmune de los niños: Un hallazgo que los investigadores dicen que pueden ayudar a decidir las estrategias preventivas para las alergias y sibilancias, en ambos casos precursores de asma.
"Nuestro estudio muestra que el momento de la exposición inicial puede ser crucial", explica el autor del estudio, Robert Wood, jefe de la División de Alergia e Inmunología del Centro Infantil Johns Hopkins, en la nota de prensa de Johns Hopkins Medicine. "Lo que esto nos dice es que no sólo son muchas de nuestras respuestas inmunes se forma en el primer año de vida, pero también que ciertas bacterias y alérgenos juegan un papel importante en la estimulación y el entrenamiento del sistema inmune para comportarse de cierta manera."
El estudio fue realizado entre 467 recién nacidos de Baltimore, Boston, Nueva York y St. Louis, cuya salud fue seguida durante tres años. Los investigadores visitaron los hogares para medir los niveles y tipos de alérgenos presentes en el entorno de los bebés y les hicieron tests periódicos de alergias y sibilancias, éxamenes físicos, y encuestas a los padres. Además, los investigadores reunieron y analizaron el contenido bacteriano del polvo recogido de los hogares de 104 de los 467 niños del estudio.
Resultados
Los niños que crecieron en hogares con caspa de ratón y de gato y con excrementos de cucarachas en el primer año de vida tenían menores tasas de sibilancias a los 3 años de edad, en comparación con los niños no expuestos a estos alérgenos poco después del nacimiento.
El efecto protector, por otra parte, era aditivo: Los bebés expuestos a los tres alérgenos tenían menor riesgo que los expuestos a uno, dos o ninguno de los alérgenos. En concreto, las sibilancias era tres veces más comunes entre los niños que crecieron sin exposición a dichos alérgenos (51 por ciento), en comparación con los niños que pasaron su primer año de vida en casas donde los tres alérgenos estaban presentes (17 por ciento).
Además, los niños en hogares con una mayor variedad de bacterias eran menos propensos a desarrollar alergias ambientales y sibilancias a los 3 años.
Cuando los investigadores estudiaron los efectos de la exposición acumulativa tanto a bacterias como a alérgenos de ratones, cucarachas y gatos, se dieron cuenta de otra notable diferencia. Los niños libres de sibilancias y alergias a los 3 años habían crecido con los más altos niveles de alérgenos domésticos y eran los más propensos a vivir en casas con la variedad más rica de especies bacterianas.
Alrededor del 41 por ciento de los niños libres de alergias y sibilancias habían crecido en tales hogares ricos en alérgenos y bacterias. Por el contrario, sólo el 8 por ciento de los niños que sufrían tanto de alergia como de sibilancias habían estado expuestos a estas sustancias en su primer año de vida.
Referencia bibliográfica:
Susan V. Lynch: Effects of early-life exposure to allergens and bacteria on recurrent wheeze and atopy in urban children. Journal of Allergy and Clinical Immunology (2014) DOI: 10.1016/j.jaci.2014.04.018.
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