Hoy día existe un “Índice nacional bruto de felicidad” (FIB), que es un indicador que mide la calidad de vida por naciones, en términos más holísticos y psicológicos que el producto interno bruto (PIB).
Según los expertos, que cualquier país tenga un FIB mayor o menor depende de factores como la democracia, la solidaridad o el cuidado de la naturaleza. También se ha señalado que a la felicidad general de una nación contribuyen otros factores como el clima o la situación socioeconómica.
Ahora, un nuevo estudio añade la genética al compendio de factores que favorecen la satisfacción vital de los ciudadanos. Realizado por científicos de Universidad de Gestión de Varna (Bulgaria) y de la Universidad Politécnica de Hong Kong (China), ha revelado que una característica específica del ADN sería co-responsable de la felicidad de los países.
Datos y alelos
Para su estudio, los científicos usaron datos de la World Values Survey (2000-2014), un proyecto global de investigación que explora los valores y creencias de la gente, y como estos cambian a lo largo del tiempo; así como el impacto político y social de dichos valores y sus transformaciones.
A partir de estos datos, los investigadores calcularon los porcentajes por países de felicidad informada por los participantes. Por otro lado, incluyeron en su estudio datos sobre la dureza de veranos e inviernos en cada país; sobre la prevalencia histórica de agentes patógenos en ellos; y datos económicos del Banco Mundial por países.
Por último, los investigadores recopilaron datos genéticos de población, en concreto, datos sobre la frecuencia de un alelo, que es una de las formas alternativas que puede tener un mismo gen.
La felicidad que da la anandamida
Los resultados demostraron que existe una fuerte correlación entre la felicidad de los países y la presencia de un alelo (rs324420) en sus habitantes.
Este alelo genera una proteína que degrada más lentamente la anandamida (AEA), un neurotransmisor con efectos similares a los de los compuestos psicoactivos de los cannabinoides. De hecho, la AEA aumenta la sensación de placer o reduce el dolor. Así que la gente con menos anandamida (sin el alelo rs324420) puede sufrir más.
Según los autores del estudio, las naciones con mayor prevalencia de este alelo resultaron ser claramente las más felices (según la percepción de sus habitantes). Entre los afortunados se encuentran Ghana y Nigeria (África); y algunas naciones de América Latina, como México y Colombia.
Por el contrario, los países árabes Irak y Jordania y naciones asiáticas como China, Tailandia y Taiwán –con la menor prevalencia de este alelo- fueron las menos propensas a calificarse como «muy felices». En Europa, los países del norte, con una mayor prevalencia de este alelo, se calificaron más a menudo que los del sur como «muy felices».
A pesar de estos resultados, los autores del trabajo reconocen que la genética no es el único factor determinante de la felicidad de un país. Argumentan que las dificultades económicas y políticas que experimentan las naciones contribuyen, por ejemplo, a las muy bajas puntuaciones de felicidad de rusos y estonios. Esto a pesar que estos pueblos presentan una alta prevalencia entre sus habitantes del alelo mencionado.
Otros alelos implicados en la felicidad
Los hallazgos de esta investigación coinciden en parte con los de un estudio de 2011, en el que también se constató que la tendencia a ser feliz o desdichado es, en cierta medida, difundida a través del ADN. Esto fue demostrado a partir del análisis de más de 1.000 pares de gemelos, en el marco de un estudio sobre la salud de los adolescentes estadounidenses.
El gen específico que se seleccionó en aquella ocasión fue el que codifica una proteína que transporta serotonina (relacionada con la regulación del humor). Se examinó cómo las variantes de dicho gen condicionan los niveles de felicidad.
Se constató así que los adolescentes con un alelo largo en el gen analizado eran un 8% más propensos a describirse como «muy satisfechos» que aquellos que no tenían ninguno; mientras que las personas con dos alelos largos fueron un 17% más propensas. Un estudio anterior, de 2009, también reveló que las personas que heredan dos copias de la variante “larga” del gen 5-HTLPR (que codifica la serotonina) son más optimistas.
Cuidar la sociedad y los genes
Todos estos hallazgos apuntan no solo a la importancia de los genes en la felicidad de los ciudadanos y países sino también, en otra dirección: a la importancia de cuidar los genes para perpetuar la felicidad y el bienestar en nuestras sociedades. El material genético puede cuidarse con estilos de vida saludables, pero también modificando condiciones sociales.
Así, dado que se calcula que un tercio de la expresión génica depende del entorno que vivimos, hacer del mundo un lugar mejor favorecería no solo el bienestar de la población en el momento presente, sino también la herencia genética del bienestar de generaciones venideras.
Según ha señalado Ban Ki-moon, actual secretario general de la ONU, para asegurar la felicidad de los habitantes de los países hay que considerar como indivisibles tres factores: el bienestar económico, el social y el medioambiental. La genética podría salvaguardar para la posteridad los frutos de estos esfuerzos.
Referencia bibliográfica:
Michael Minkov, Michael Harris Bond. A Genetic Component to National Differences in Happiness. Journal of Happiness Studies (2016). DOI: 10.1007/s10902-015-9712-y.
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