Aprender es un acto implícito en la naturaleza humana, puesto que, desde que nacemos, estamos aprendiendo, al igual que comemos o respiramos por nosotros mismos. Hasta los 18 meses, un bebé aprende a controlar su motricidad, a conocer los límites de su cuerpo, a medir sus sentidos. Después viene la etapa de los primeros sistemas de simbolización: el lenguaje hablado, el juego, el dibujo.
En esa época, el aprendizaje se vive como algo que aporta orgullo y placer, produciendo en el niño la dulce ilusión de crear el mundo. Sin embargo, entre los cinco y los ocho años todo cambia. La lectura, la escritura, las matemáticas: los aprendizajes impuestos por los programas escolares son intelectuales y colectivos. A partir de entonces, se transforma el pensamiento psíquico y la experiencia de la identidad, lo que requiere un intenso trabajo psicológico. Y lo que puede conllevar algunos problemas.
Razones para la desmotivación
¿Por qué demasiado a menudo los niños pierden en la escuela el intenso deseo de aprender con el que nacen? Para explicar este fenómeno se puede invocar a las desigualdades sociales o a la situación familiar. También puede culparse a los profesores. Sin embargo, la influencia en el comportamiento de los alumnos no es tan fácilmente delimitable.
Según los especialistas, los incentivos que se reciben en casa son esenciales, aunque también lo es la relación de los alumnos con sus maestros, que comprende incluso una relación de afectividad que los profesores deben tener en cuenta siempre, puesto que se sabe a ciencia cierta que los niños no pueden aprender en un medio no afectivo.
Pero aún queda un tercer factor que apenas se tiene en cuenta y que, sin embargo, es igual de importante: la prueba de la colectividad. En una clase donde los niños son el objeto de evaluación constante por parte de los profesores, el proceso de comparación social funciona permanentemente, sobre todo entre alumnos del mismo sexo.
La comparación: elemento fundamental
Los investigadores que empiezan a preocuparse por este tema afirman que este elemento de comparación influye profundamente en los alumnos, tanto en sus actitudes como en sus motivaciones.
Pascal Huguet, director del Laboratorio francés de Psicología de Aix Marseille, afirma que para explicar las dificultades escolares se deben tener en cuenta las problemáticas sociales de las clases. Sus investigaciones, realizadas para el CNRS, el centro nacional de investigaciones científicas francés, han demostrado recientemente el peso de los estereotipos culturales sobre la imagen que tienen los alumnos de sí mismos, y de sus propias capacidades.
Como prueba se les pidió a alumnos de secundaria que observaran durante cincuenta segundos una misma figura compleja, sin ninguna significación aparente, y después se les pidió que la reprodujeran de memoria sobre una hoja de papel.
Los niños fueron divididos en dos grupos. Al primero de los grupos se le dijo que la prueba estaba destinada a medir sus aptitudes en geometría; al segundo se le dijo que la prueba serviría para conocer sus aptitudes en dibujo.
Desinterés por idea preconcebida
Según Huguet, el fin de la prueba era demostrar que las acciones de los alumnos estaban relacionadas con la idea preconcebida que ellos mismos tienen de su propia capacidad para cualquiera de las disciplinas que se imparten en el colegio.
La simple pronunciación de la palabra “geometría”, ¿puede producir una inhibición de la capacidad de memorizar una información determinada? La respuesta es claramente positiva: en el contexto “geometría” la copia de la imagen copiada por los alumnos de memoria resultó muy inferior a la copia realizada de la misma imagen por el segundo grupo en el contexto de “dibujo”, informó el periódico Le Monde.
Al separar dos grupos de niños y de niñas y mostrarles a todos la misma imagen, las niñas resultaron copiar peor que los niños el dibujo en el contexto de “geometría” , y mejor que ellos en el contexto “dibujo”, según Huguet debido al prejuicio social latente que afirma que la mente femenina no está tan capacitada intelectualmente como la masculina para el pensamiento matemático.
Motivación en clase
El investigador afirma además que, teniendo en cuenta la idea del “sí mismo” escolar de los alumnos, los profesores podrían favorecer la comparación por lo alto en clase, aunque no con los mejores estudiantes, sino con aquellos cuyas notas son sólo ligeramente superiores a la media. Asimismo, habría que intentar no mostrar claramente la falta de aptitud para determinadas materias de los alumnos más flojos, sino intentar destacar sus capacidades en la medida de lo posible.
El sentimiento de debilidad o de incapacidad preconcebidas frente a algunas asignaturas aumenta por tanto la desmotivación ante ellas. Y, por el contrario, una mejor estima de sus aptitudes motivaría a los alumnos, permitiéndoles tal vez recuperar su deseo innato de aprender.
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