Las universidades Nacional Australiana, Monash y Melbourne (todas en Australia) han hecho un estudio basado en juegos económicos que explica cómo las generaciones de hijos únicos, originadas por la política china de autorizar el nacimiento de un solo hijo por pareja, ha desencadenado una sucesión de descendientes más inseguros y pesimistas que aquellos que nacieron antes de que fuera implantada la norma.
“Lo que encontramos es que los nacidos bajo la política de hijo único son menos propensos, por ejemplo, a escoger ocupaciones de riesgo, como trabajar por cuenta propia o en el sector financiero”, ha declarado a SINC Lata Gangadharan, coautora del estudio que publica la revista Science.
Gangadharan y su equipo reclutaron alrededor de 400 personas residentes en Pekín (China). De estos, un grupo pertenecía a los nacidos antes de la política de restricción de hijos (entre 1975 y 1978) y un segundo grupo a la etapa posterior (entre 1980 y 1983).
“Los ensayos que llevamos a cabo para este trabajo se basan en juegos estándar de la literatura económica: el juego del dictador, el de riesgo y el de la competencia. Estos experimentos tienen la ventaja de permitir al científico observar –de forma bien definida– los comportamientos individuales”, apunta la investigadora.
Los participantes tuvieron que intercambiar o invertir pequeñas cantidades de dinero, así como tomar otras decisiones económicas que sirvieron para medir su confianza respecto al riesgo y su disposición a competir.
Los científicos emplearon también encuestas de personalidad que, junto con los experimentos, concluyeron que las personas que crecieron como hijos únicos, resultado de esta política en el país nipón, tendían a ser menos optimistas, más nerviosos, y menos conscientes.
El impacto económico de este ‘cambio de personalidad’
Los resultados son consistentes con los hallazgos de este grupo sobre aversión al riesgo. “Sugerimos que podría ser preocupante que esta generación de hijos únicos carezca de capacidad empresarial, ya que puede tener consecuencias económicas negativas. Del mismo modo, un nivel bajo de confianza podría tener un impacto en la capacidad de los individuos para negociar con éxito y trabajar en equipo”, señala Gangadharan.
Sin embargo, los expertos hacen hincapié en que hay que tener en cuenta que muchas personas de la mano de obra china vienen de zonas rurales, donde esta política del hijo único no se aplica estrictamente. “En estas áreas tener dos o tres hijos es común”, explican.
Como resultado, la población actual censada en la China rural –que en su mayoría no está compuesta por hijos únicos– es el doble de la urbana. Por lo tanto, aunque estos resultados tienen un impacto económico a tener en cuenta, depende de la proporción de afectados por esta política.
El factor de la edad no influyó en los resultados, ni tampoco el estado civil, tener descendencia o la edad de los padres.
La investigadora apunta que este cambio en la personalidad en los hijos únicos no se puede generalizar a otros países. “Es posible que ser hijo único afecte a las personas de una manera similar en otros estados, sin embargo, los antecedentes familiares también influyen en el comportamiento. Es decir, en la mayoría los padres pueden decidir cuántos hijos van tener y esta capacidad de elección puede afectar a cómo se crían los hijos”, concluye.
Referencia bibliográfica:
L. Cameron, L. Gangadharan N. Erkal, X. Meng. Little Emperors: Behavioral Impacts of China’s One-Child Policy. Science, 11 de enero de 2013.
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