“Al mal tiempo buena cara”. En muchas ocasiones hemos escuchado esa expresión, sobre todo cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles. ¿Pero existe alguna verdad en esa frase hecha? Sentirnos bien a menudo nos hace sonreír, sin embargo, ¿puede funcionar la sonrisa también en la otra dirección? ¿Realmente sonreír puede ayudarnos a sentirnos mejor?
Al parecer sí, a juzgar por los resultados de un estudio realizado por las psicólogas Tara Kraft y Sarah Pressman, de la Universidad de Kansas, en Estados Unidos.
En la investigación, cuyos resultados aparecerán pronto en Psychological Science, la revista de la Association for Psychological Science de Estados Unidos, se analizaron de los beneficios potenciales de la sonrisa.
Para ello, las psicólogas observaron cómo diferentes tipos de sonrisa, así como la conciencia de la sonrisa, afectaba a la capacidad de los individuos para recuperarse de episodios de estrés.
“Antiguos refranes, como ‘al mal tiempo buena cara’ han sugerido siempre que la sonrisa no solo es un importante indicador no verbal de la felicidad”, explica Kraft. Además, la sonrisa también puede ser una importante herramienta “para afrontar los sucesos estresantes de la vida”, añade la científico.
Con este estudio, ella y Pressman quisieron “examinar si esos refranes tenían una base científica, si la sonrisa podía verdaderamente tener beneficios relevantes para la salud”.
Estrés inducido y mediciones
En general, las sonrisas se dividen en dos categorías: las sonrisas estándar, en las que están implicadas los músculos que rodean a la boca; y las sonrisas genuinas o de Duchenne, en las que están implicados los músculos cigomático mayor y menor cerca de la boca, los cuales elevan la comisura de los labios, y el músculo orbicular cerca de los ojos, cuya contracción eleva las mejillas y produce arrugas alrededor de los ojos.
Una investigación previa ya había demostrado que las emociones positivas pueden ayudar en momentos de estrés, y que la sonrisa puede afectar a las emociones. Sin embargo, el trabajo de Kraft y Pressman es el primero de su tipo en el que se han manipulado experimentalmente los tipos de sonrisas humanas, con el fin de examinar los efectos de estas expresiones sobre el estrés.
Para su estudio, las investigadoras reunieron a un total de 169 voluntarios de una universidad norteamericana. El proceso incluyó dos fases: entrenamiento y pruebas.
Durante la fase de entrenamiento, los participantes se dividieron en tres grupos, y cada uno de ellos fue entrenado para mantener una expresión facial diferente. Sosteniendo palillos en la boca, todos ellos forzaron sus músculos faciales para que estos formaran bien una expresión facial neutra bien una sonrisa estándar o bien una sonrisa de Duchenne.
Los palillos resultaron esenciales para esta tarea, ya que obligaban a los voluntarios a sonreír, incluso cuando no eran conscientes de que lo estaban haciendo. En total, la mitad de los miembros del grupo fueron entrenados para sonreír realmente.
Resultados obtenidos
En la fase de pruebas, se pidió a los participantes que trabajasen en diversas actividades. Lo que los participantes no sabían era que estas pruebas habían sido diseñadas para resultar estresantes.
En la primera actividad inductora de estrés se les pidió que trazaran una estrella con su mano no dominante mirando el reflejo de su dibujo en un espejo, en lugar de directamente. La segunda actividad inductora de estrés consistió en que los participantes sumergieran una mano en agua helada.
Durante la realización de estas dos tareas, los participantes mantuvieron los palillos antes mencionados en la boca, tal y como lo habían hecho durante el entrenamiento. Las investigadoras, por su parte, midieron la frecuencia cardiaca y los niveles de estrés autoinformado de los participantes.
Los resultados revelaron que la sonrisa sí influye en el estado mental: en comparación con los participantes que mantuvieron expresiones faciales neutras, los participantes sonrientes y, en particular, aquellos que mantuvieron una sonrisa de Duchenne, presentaron niveles más bajos de frecuencia cardíaca después de recuperarse de las actividades estresantes realizadas.
Los participantes que llevaron palillos que les obligaban a sonreír, pero a los que no se les dijo explícitamente que debían sonreír como parte del entrenamiento, también informaron de una disminución menor de los afectos positivos, en comparación con aquellos voluntarios que mantuvieron expresiones faciales neutras.
Estos hallazgos demuestran que sonreír durante situaciones estresantes breves puede ayudar a reducir la intensidad de la respuesta del organismo al estrés, independientemente de que nos sintamos realmente felices o no.
«La próxima vez que se encuentre en medio de un atasco o que esté experimentando algún otro tipo de estrés, puede intentar esbozar una sonrisa durante un momento. No sólo va a ‘aguantar’ mejor su situación psicológicamente, sino que además así ayudará a mantener la salud de su corazón”, recomienda Pressman.
La risa también funciona
Los resultados del presente estudio coinciden con los hallazgos de una investigación anterior, realizada en 2006 por especialistas de la Loma Linda University de California con 16 hombres sanos que no habían hecho ejercicio físico ni recibido medicación alguna.
En ella, se constató que sonreír alegremente cambia la química de la sangre, protege al organismo contra la enfermedad y la depresión, y detiene las enfermedades cardiacas.
La razón: la sonrisa tendría un efecto en el cuerpo a un nivel químico, que provoca en quien sonríe un bienestar físico de 24 horas de duración.
Por otro lado, una investigación realizada en 2010, también en la Loma Linda University, demostró que la risa provoca el mismo efecto que el ejercicio físico moderado: abre el apetito, reduce el estrés y mejorar el funcionamiento del sistema inmune.
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