Si hubiera una máquina del tiempo, ¿sería adecuado matar a Adolf Hitler cuando todavía era un joven artista austríaco para evitar la Segunda Guerra Mundial y salvar millones de vidas? ¿Debería un oficial de policía torturar a un presunto atacante para encontrar explosivos ocultos que podrían matar a muchas personas en una cafetería local?
Cuando nos enfrentamos a estos dilemas, los hombres suelen estar más dispuestos que las mujeres a aceptar acciones dañinas por obtener un bien mayor. Por ejemplo, las mujeres serían menos propensas a apoyar el asesinato de un joven Hitler o torturar a un sospechoso de un atentado, incluso si hacerlo en última instancia salva más vidas.
Según una nueva investigación publicada por la Sociedad de Personalidad y Psicología Social (SPPS), esta diferencia de género en las decisiones morales está causada por la fuerte aversión emocional de las mujeres a las acciones nocivas; el estudio no encontró evidencia de diferencias de género en la evaluación racional de los resultados de este tipo de acciones.
«Las mujeres son más propensas a tener una reacción negativa a nivel instintivo hacia hacer daño a una persona, mientras que los hombres experimentan respuestas menos emocionales a ello», dice Rebecca Friesdorf, que ha dirigido la investigación, en la nota de prensa de la SPPS.
El hallazgo, por otro lado, va en contra del estereotipo de que el hecho de que las mujeres sean más emocionales significa también que son menos racionales, dice Friesdorf.
El estudio
En un nuevo análisis a gran escala de datos de 6.100 participantes, Friesdorf, estudiante de posgrado en psicología social en la Universidad Wilfrid Laurier (Ontario, Canadá), se asoció con Paul Conway, postdoc de la Universidad de Colonia (Alemania), y Bertram Gawronski, profesor de la Universidad de Texas en Austin (EE.UU.), para examinar las diferencias de género en los juicios sobre los dilemas morales.
A los participantes se les hicieron 20 preguntas sobre diversos dilemas morales, incluidas decisiones sobre asesinato, tortura, mentira, aborto e investigación con animales.
El estudio examinó dos principios filosóficos enfrentados relacionados con la ética. En la deontología, la moralidad de una acción depende de su coherencia con una norma moral. Immanuel Kant, el filósofo del siglo XVIII que fue el más famoso defensor de la teoría, argumentó que era siempre malo mentir, incluso si un asesino preguntaba si la víctima estaba dentro de una casa para poder matarle.
Por el contrario, el utilitarismo sostiene que una acción es moral si maximiza la utilidad, o el mayor bien para el mayor número de personas. Desde un punto de vista utilitario, una acción podría ser ética en una situación y no ética en otro, dependiendo del resultado potencial.
Más propensas a los principios deontológicos
Utilizando un procedimiento estadístico avanzado para cuantificar la fuerza de la inclinaciones deontológicos y utilitarias, el equipo de investigación encontró que las mujeres eran más propensas que los hombres a adherirse a los principios deontológicos. Sin embargo, los investigadores no encontraron evidencia de diferencias de género en el razonamiento utilitarista.
Los hallazgos sugieren que las mujeres tienen una aversión emocional más fuerte a causar un daño que los hombres. Sin embargo, los hombres y las mujeres piensan racionalmente de forma similar sobre los resultados de una acción nociva.
Los resultados están en línea con anteriores investigaciones que muestran que las mujeres son más empáticas a los sentimientos de otras personas que los hombres, mientras que las diferencias de género en habilidades cognitivas tienden a ser pequeñas o inexistentes, dice Friesdorf.
Empatía
Un estudio similar, realizado en Boston College (EE.UU.), muestra que las personas más utilitaristas tienen menos empatía de un tipo concreto. Según él, el juicio utilitario puede surgir no sólo de un mejor control cognitivo, sino también de disminuir el procesamiento emocional y de la reducción de la empatía. En concreto, se trata de la preocupación empática, los sentimientos de calidez y compasión que provoca alguien en apuros.
Se realizaron tres experimentos, cada uno de los cuales tenía una versión en la que la persona se implicaba más personalmente, y otra en la que menos.
En el primero, a los participantes se les dijo que podían empujar a un hombre grande para que muriera atropellado, y así salvar a cinco personas que iban a ser atropelladas. En la otra versión, los participantes podían pulsar un interruptor que desviara el vehículo hacia el hombre.
En un segundo experimento, a los participantes se les dio la opción de desviar los humos tóxicos de una habitación con tres personas a una habitación con una sola persona. En la otra versión, se les preguntó si era moralmente aceptable asfixiar a un bebé que llora para que no delate a varias personas en tiempo de guerra.
El último experimento consistió en preguntar a los participantes si era admisible trasplantar los órganos de un paciente, en contra de su voluntad, para salvar la vida de cinco pacientes. Asimismo, se les preguntó si era moralmente admisible reportar gastos personales como gastos de la empresa en una declaración de impuestos.
La comparación entre los distintos experimientos indicó que los utilitaristas no son así porque en general sean más egoístas, sino porque sienten menos preocupación empática. En sus decisiones no intervino otro tipo de empatía, la de ponerse en el lugar de los otros.
Referencia bibliográfica:
Rebecca Friesdorf et al.: Gender Differences in Responses to Moral Dilemmas: A Process Dissociation Analysis. Personality and Social Psychology Bulletin (2015). DOI: 10.1177/0146167215575731.
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