El dióxido de carbono (CO2) emitido por los aviones contribuye al calentamiento climático, pero una nueva investigación ha descubierto que las estelas de condensación que los reactores dispersan cuando cruzan los cielos desempeñan un papel todavía más importante en el aumento de las temperaturas.
Las nubes que generan los aviones sólo retienen una parte de la radiación solar, al mismo tiempo que la radiación terrestre se ve limitada por la presencia de estas nubes, lo que produce el efecto de conservar el calor en las capas bajas de la atmósfera. A este proceso se le ha llamado “Forzamiento radiativo”.
Actualmente se estima que la aviación es responsable del 4% del desequilibrio de origen humano entre la energía entrante y saliente de la atmósfera terrestre. Este porcentaje se reparte aproximadamente a la mitad entre las nubes generadas por los aviones y el CO2 emitido por sus potentes reactores, con un ligero aumento a favor de las estelas de condensación, según este estudio, publicado en la revista Nature.
Efectos variables de los contrails
La importancia de las estelas de condensación para el clima ha sido sólo una hipótesis recogida incluso por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), pero ahora se ha comprobado científicamente con esta investigación, desarrollada por un equipo del Centro para la Aeronáutica y la Astronáutica de Alemania (DLR), dirigido por Bernd Kärcher.
Esta investigación analizó en profundidad los mecanismos de formación de las estelas de condensación, más conocidas como contrails (unión de condensation y trails), de su duración en el tiempo y la forma en la que pueden influir sobre el clima. Ha tenido en cuenta tanto la química como la microfísica de las nubes, así como las medidas espaciales y aéreas disponibles.
Los contrails se forman cuando las plumas que se escapan de los reactores se dilatan y sus componentes se mezclan con el aire del ambiente, generalmente a partir de los 8.000 metros de altitud, si la tasa de humedad es superior al 68% y la temperatura inferior a los -39ºC.
Tanto la formación como la duración de las estelas de condensación dependen por tanto de la altitud de los vuelos y de las condiciones meteorológicas de cada momento. Por eso sus efectos varían tanto diaria como anualmente, y también si los vuelos se realizan de noche (mayor impacto ambiental) o de día, en invierno (peor para el clima) o verano.
Otro factor a tener en cuenta para medir el impacto de la navegación aérea sobre el calentamiento global es el hecho de que el CO2 permanece activo en la atmósfera mucho más tiempo que las estelas de condensación.
Los autores sugieren en consecuencia que impedir la formación de nubes de los vuelos podría representar una solución rápida para contener el calentamiento global y alargar los plazos de tiempo para reducir las emisiones de CO2 en otras actividades humanas.
Volar más alto, posible alternativa
También señalan que la utilización de combustibles sintéticos, derivados del gas natural o de la biomasa, e incluso de biocarburantes, es recomendable a corto plazo, ya que su combustión genera menos partículas que el keroseno.
Otras opciones, según esta investigación, podría ser recurrir al hidrógeno líquido (usado generalmente en la industria aeroespacial) o al gas natural licuado, si bien estas alternativas requerirían otro tipo de motores para los aviones. Volar más alto, donde el aire es frío y seco, ayudaría también a reducir la formación de estelas de condensación, señala esta investigación.
Los autores destacan finalmente que la Organización Internacional de Aviación Civil adoptó en 2016 un plan de compensación y de reducción de emisiones para mitigar el impacto de los aviones en el clima, pero que no tuvo en cuenta las nubes de condensación, que representan al menos la mitad de la contaminación generada por los aviones.
Este estudio se publica una semana después de que otra investigación determinara, tal como informamos en otro artículo, que el turismo mundial se ha consolidado como una de las industrias más contaminantes: representa el 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, de las que el 12% corresponden a los viajes aéreos.
Referencia
Formation and radiative forcing of contrail cirrus. Bernd Kärcher. Nature Communications, Volume 9, Article number: 1824 (2018). doi:10.1038/s41467-018-04068-0
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