El consumo de antidepresivos como el Prozac predispone a los jóvenes ratones a la ansiedad y la depresión una vez que alcanzan la madurez, ya que sus neuronas quedan afectadas irremediablemente por el tratamiento, impidiendo su buen funcionamiento.
Esta es la conclusión de un estudio que publica la revista Science realizado con ratones de entre 4 y 21 días de vida, el equivalente humano de un periodo que abarca desde los tres últimos meses de embarazo hasta los ocho años de edad.
Los investigadores inyectaron antidepresivos a estos ratones jóvenes y nueve semanas después de haber finalizado el tratamiento realizaron tests sobre su estado emotivo, una vez que los ratones habían alcanzado su madurez.
Los ratones que habían recibido tratamiento antidepresivo en su primera infancia mostraron menos fuerza, una inferior capacidad de riesgo y más lentitud en sus reacciones a los peligros, que los otros ratones desarrollados sin medicamentos.
Clara diferencia
La constatación de esta clara diferencia entre unos y otros ratones respecto a capacidades vitales, ha llevado a los investigadores a advertir que el consumo de antidepresivos en los niños podría exponerlos, una vez alcanzada la edad adulta, a trastornos emocionales irreversibles.
No obstante, señalan que es prematuro extraer conclusiones definitivas sobre su experimento y que es arriesgado extrapolarlo linealmente a nivel humano, ya que es necesario continuar los estudios sobre los efectos a largo plazo de estos medicamentos sobre el desarrollo del cerebro infantil.
En cualquier caso, la investigación con los ratones aconseja prudencia en la administración de antidepresivos a mujeres embarazadas y niños, ya que lo que sugieren los conocimientos actuales es que pueden tener efectos adversos sobre la salud emocional una vez que los fetos y los niños afectados alcancen su madurez.
En los adultos, la situación parece estar más clara. Una de las causas de la ansiedad es el déficit de serotonina, una sustancia química transmisora de mensajes neuronales y vinculadas con el estado anímico de las personas. Se considera que los trastornos relacionados con el déficit de serotonina pueden afectar al 30 % de la población mundial.
El empleo de medicamentos antidepresivos específicos para la conservación de los niveles de serotonina son los que se usan de forma prioritaria en los últimos 10 años. El Prozac restaura los niveles de serotonina a sus valores normales y se ha convertido en uno de los medicamentos más vendidos en el mundo para tratar la depresión.
El problema radica en los cerebros jóvenes, que todavía están formándose, ya que los antidepresivos pueden alterar los receptores permanentemente e impedir en consecuencia el equilibrio emocional a largo plazo de las personas afectadas.
También a los huesos
No es la primera vez que la ciencia advierte del peligro del uso de antidepresivos en la infancia. Un segundo estudio realizado con ratones sugiere que el consumo de Prozac para aliviar la depresión infantil puede provocar también un desarrollo óseo atrofiado.
Los investigadores sostienen que los mecanismos celulares que son importantes para el desarrollo de los huesos pueden dejar de funcionar en presencia del medicamento, lo que afectaría negativamente al desarrollo del esqueleto.
Los ratones en crecimiento expuestos al Prozac, incluso durante pocas semanas, tuvieron en promedio un 9.4 por ciento menos de formación ósea en los fémures, en comparación con los ratones que no habían sido expuestos, según este estudio, publicado en la edición de noviembre de Endocrinology
En este segundo estudio, los investigadores examinaron el crecimiento de los huesos en ratones manipulados genéticamente para que no tuvieran transportadoras de serotonina 5-HTT que funcionaran en sus células óseas. Comparados con los ratones normales, estos animales tenían huesos que eran entre 6 y 13 por ciento más frágiles de promedio. Sus huesos también eran más débiles y menos densos.
Violencia y suicidios
Los investigadores luego centraron su atención en la exposición a corto plazo al Prozac y le suministraron a ratones jóvenes en crecimiento inyecciones diarias de una dosis de Prozac o de un placebo, durante cuatro semanas.
En los ratones más jóvenes, el Prozac redujo la cantidad de hueso que estaban generando no sólo en longitud, sino también en grosor y densidad. Comparados con los ratones que no estaban expuestos, los tratados con dosis relativamente altas de Prozac presentaron una reducción de entre el 6 y el 9.4 por ciento de formación ósea en sus columnas vertebrales y fémures, respectivamente, según los investigadores.
El Prozac ya se ha enfrentado a otras críticas en el pasado porque algunos informes sugieren que éste y otros antidepresivos podrían incrementar el riesgo de suicidio en los niños, si bien son necesarios nuevos estudios para llegar a resultados concluyentes. Por otro lado, cada vez más científicos creen que la violencia guarda una relación directa con los niveles de serotonina.
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