El terrorismo yihadista busca atentar contra objetivos blandos, de carácter indiscriminado, y de forma letal. Al mismo tiempo, tiene “fijación” con objetivos relacionados con la aviación civil, tanto aeropuertos como aviones de pasajeros, cuya selección podría estar inspirada por simbología asociada a 11-S, pero, sobre todo, por el impacto mediático internacional que conllevan este tipo de atentados (en los que las víctimas suelen ser de más de un país), así como por los daños a la economía nacional e internacional que supone la alteración del tráfico aéreo.
Éstas son algunas de las conclusiones de un artículo publicado por el profesor Javier Jordán Enamorado, del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Granada y experto en terrorismo yihadista, en la revista Studies in Conflict and Terrorism, coincidiendo con el primer aniversario de la operación militar que supuso la muerte de Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda.
Este artículo ofrece un análisis descriptivo de la actividad terrorista de inspiración yihadista que tuvo lugar durante la pasada década. Para ello, su autor analizó una muestra de 85 incidentes, que incluyen complots desbaratados y atentados (fallidos o ejecutados con éxito), contra objetivos en Europa Occidental durante el periodo 2001-2010. La muestra ha tratado de abarcar todos los incidentes que han trascendido en los medios de comunicación, y representa un porcentaje muy elevado del universo completo de estudio.
Respecto a los principales países afectados por el terrorismo yihadista en Europa Occidental, el profesor Jordán afirma que éste no se materializa de manera uniforme. “Es posible distinguir un núcleo de países particularmente afectados por el terrorismo global, atendiendo al número de complots ejecutados o desarticulados en su territorio y a la cantidad de detenidos por su presunta relación con el terrorismo. Entre esos países despunta el Reino Unido, seguido a cierta distancia por Francia, España, Alemania, Dinamarca, Italia, Bélgica, Holanda y Dinamarca”.
Aproximadamente el 66% de los terroristas empleó (o iba a emplear) explosivos, de los que más de dos tercios de los casos de fabricación casera. A gran distancia, la segunda opción son las armas de fuego. En tercer lugar se encuentran los incidentes donde se pretendían fabricar y utilizar sustancias tóxicas. Y, por último, existen dos casos donde los protagonistas del complot trataron de hacerse respectivamente con un lanzagranadas (RPG) y un misil antiaéreo portátil (MANPAD) con el fin de derribar aviones civiles. En ninguno de los dos casos los terroristas fueron capaces de adquirir ese tipo de armamento.
Entrenamiento en Asia Central
Javier Jordán destaca que en 56 de los 85 casos analizados “no consta el paso de ninguno de integrantes del grupo por un campo de entrenamiento o por escenarios de insurgencia yihadista fuera de Europa”. Así, Asia Central es, con diferencia, el lugar que más se repite como lugar de entrenamiento o de participación en una insurgencia yihadista. Al mismo tiempo, se aprecia la importancia de Pakistán sobre Afganistán durante la segunda mitad de la década.
El experto advierte de que la información sobre la estructura organizativa que yace detrás de los incidentes terroristas “revela la pluralidad y complejidad de la misma”. En 41 casos constató una vinculación con una organización superior, mientras que en 44 la información disponible lleva a pensar que se trata de células independientes (29 casos) o individuos aislados, también denominados ‘lobos solitarios’ (15 incidentes).
Al mismo tiempo, la segunda mitad de la década también es testigo de la importancia que siguen poseyendo las organizaciones complejas. Proporcionalmente su protagonismo es menor (24 incidentes de células vinculadas en 2001-2005 frente a 17 en 2006-2010), pero a la vez se ha doblado el número de grandes organizaciones relacionadas con los incidentes terroristas (4 en la primera mitad, y 8 en la segunda).
«Este hecho puede interpretarse como una pérdida de capacidad de Al Qaeda central y de las organizaciones norteafricanas (GSPC y GICM) que, sin embargo, se ha visto compensada por la aparición de nuevos actores en el escenario europeo, que de forma autónoma, o en operaciones conjuntas con Al Qaeda central, siguen manteniendo vigente la amenaza terrorista”, concluye Jordán.
Referencia
Javier Jordán, Analysis of JihadiTerrorismIncidents inWestern Europe, 2001–2010, en Studies in Conflict and Terrorism, Vol. 35, No. 5, 2012, pp. 382-404.
DOI: http://dx.doi.org/10.1080/1057610X.2012.666822
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