Está demostrado que la longitud de los telómeros, unas estructuras que se localizan en los extremos de los cromosomas, se relaciona directamente con el envejecimiento, el desarrollo de ciertas patologías e incluso con una muerte prematura.
Ahora, un equipo de científicos del Instituto de Medicina Preventiva de la Universidad de California (EE.UU.) ha presentado los resultados de un estudio, publicados en la revista The Lancet, y resumidos por SINC, que concluyen que la introducción de hábitos de vida saludables puede modificar el tamaño de estas estructuras y, por tanto, la predisposición a padecer los achaques propios de la edad.
Al igual que un recubrimiento plástico impide que los cordones de los zapatos se deshilachen, los telómeros protegen el área terminal de los brazos cromosómicos, donde se insertan, y los mantienen estables. Así, cuanto más se acorten y debiliten estas fundas, más rápidamente morirán las células en cuyo interior se localizan.
Unos telómeros cortos sugieren un alto riesgo de sufrir un fallecimiento prematuro o desarrollar enfermedades que incluyen algunos tipos de cáncer, accidentes cardiovasculares, demencia, obesidad, osteoporosis, enfermedades infecciosas y diabetes.
Sin embargo, como afirma Dean Ornish, uno de los autores del estudio, “nuestros genes y telómeros indican una predisposición, pero no marcan nuestro destino”.
Un estudio comparativo
Entre 2003 y 2007, el investigador y su equipo realizaron un ensayo comparativo con 35 hombres diagnosticados con cáncer de próstata de poca gravedad, que no habían sido tratados con cirugía ni radioterapia.
Los científicos dividieron a los pacientes en dos grupos. A uno de ellos, compuesto por 10 individuos, se le pidió que ejecutara algunos cambios en su estilo de vida: consumir una dieta basada en vegetales, realizar ejercicio moderado, practicar técnicas de control de estrés (meditación o yoga) e incrementar su interacción y apoyo social. Mientras, los 25 hombres restantes no modificaron ninguno de estos patrones.
Tras los cinco años que duró el análisis, las medidas de los telómeros de los participantes mostraron que la longitud de estos se había incrementado en torno a un 10% en aquellos que habían realizado modificaciones en sus hábitos. Por el contrario, en el grupo que se mantuvo inalterado estas estructuras habían reducido su tamaño alrededor de un 3%.
Además, los expertos apreciaron que en ambos grupos una relación significativa entre el grado en que habían cambiado sus vidas y el aumento de la talla de sus telómeros: cuantos más hábitos saludables habían introducido en su día a día, más habían crecido estos complejos.
Según Ornish, “las implicaciones de este pequeño estudio van más allá de los hombres con cáncer de próstata. Si validamos los resultados con otros ensayos a gran escala, estos cambios en el estilo de vida reducirán el riesgo de padecer otro tipo de enfermedades y una mortalidad prematura», concluye.
Referencia bibliográfica:
Dean Ornish, Jue Lin, June M Chan, Elissa Epel, Colleen Kemp, Gerdi Weidner, Ruth Marlin, Steven J Frenda, Mark Jesus M Magbanua, Jennifer Daubenmier, Ivette Estay, Nancy K Hills, Nita Chainani-Wu, Peter R Carroll, Elizabeth H Blackburn. Effect of comprehensive lifestyle changes on telomerase activity and telomere length in men with biopsy-proven low-risk prostate cancer: 5-year follow-up of a descriptive pilot study. The Lancet (2013).
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