Los incendios forestales y las erupciones volcánicas son fenómenos que no se pueden comparar, ya que los volcanes son mucho más poderosos y los efectos de sus erupciones sobre el clima mucho más pronunciados.
Pero algo cambió el agosto del año pasado. La temporada de incendios de 2017 en América del Norte, que se propagó por California, Oregón, Columbia Británica, Montana y otras áreas, fue una de las más destructivas en la historia reciente, rompiendo numerosos récords regionales por la superficie quemada y los costos incurridos.
Ahora, un nuevo estudio ha descubierto que los incendios que se propagaron por América del Norte el verano pasado ardieron tan poderosamente que su humo penetró en la estratosfera, dio la vuelta al globo en aproximadamente dos semanas y permaneció en la estratosfera a niveles mensurables durante varios meses.
El impacto global de los incendios norteamericanos de 2017 en la estratosfera superó a todos los demás incendios forestales documentados desde el comienzo de las observaciones estratosféricas en la década de 1980 y tuvo un efecto equivalente a una erupción volcánica, según los autores del estudio.
El efecto fue tan importante que no sólo inyectó materia en la estratosfera, sino que la estratosfera fue contaminada a escala atmosférica, destacan los investigadores. El efecto de los incendios forestales fue comparable al de una erupción volcánica moderada.
Según informa Geospace, cuando un volcán entra en erupción, arroja ceniza y sulfuro gaseoso hacia el cielo. La ceniza cae más tarde, pero el azufre reacciona cuando está en el aire, y finalmente se condensa en partículas de aerosol. Los aerosoles volcánicos tienden a reflejar la luz solar lejos de la Tierra, enfriando eficazmente su superficie y proporcionando temporalmente un clima más fresco.
Incendios poderosos
Los incendios forestales también emiten aerosoles a la atmósfera. Pero a diferencia de los volcanes, rara vez son lo suficientemente potentes para enviar aerosoles a la estratosfera, que es la siguiente capa más alta de la atmósfera terrestre, que comienza a unos 10 a 17 kilómetros por encima de la superficie del globo.
Debido a su menor potencia, los incendios forestales tienden a tener efectos mucho menos pronunciados sobre el clima regional que las erupciones volcánicas, por lo que los científicos tienden a prestarles menos atención.
Sin embargo, los incendios forestales de América del Norte en 2017 fueron excepcionalmente poderosos. En el nuevo estudio se describe la evolución de los penachos de incendios forestales de la temporada 2017 a medida que rodeaban el hemisferio norte. El calor de un fuego al aire libre se eleva en forma de columna de gases calientes, denominada penacho.
A medida que los incendios ardían, densas nubes de humo se elevaron hacia el cielo. El 16 de agosto, las plumas de humo más gruesas se vieron sobre Athabasca Lake, Canadá. En tres días, la vanguardia de la pluma de humo llegó a Francia. Un día después, había avanzado a Siberia. La pluma reapareció por encima de Canadá poco después: había dado la vuelta al mundo en aproximadamente dos semanas.
Humo expansivo
El nuevo estudio muestra cómo el humo del incendio norteamericano se extiende a escala hemisférica. Los incendios ardieron lo suficientemente para comenzar a batir corrientes verticales de viento, un proceso llamado piroconvección.
Esas corrientes de aire bombearon el contenido del humo hacia la estratosfera, como si se tratara de una erupción volcánica moderada. Pero las partículas de humo son más pesadas que los aerosoles volcánicos, por lo que absorbían más luz, según los investigadores.
Cuando las partículas de humo absorben la luz, se calientan y ascienden aún más rápido, lo que facilita su distribución a escala hemisférica. Fue esta cualidad la que permitió que los incendios tuvieran un impacto tan fuerte en la estratosfera.
Las nubes de humo incluso rompieron un registro de índice de aerosoles, una medida que indica la cantidad de luz que pasa a través de las plumas de humo y, por lo tanto, qué tan gruesa y cuán alta es la altitud.
Los incendios del verano pasado en Norteamérica superaron el sábado negro 2006 de Australia y los incendios Chisholm de 2001 en Canadá (los poseedores del récord anterior) en aproximadamente un 30 por ciento, según el nuevo estudio.
Referencia
Stratospheric Smoke With Unprecedentedly High Backscatter Observed by Lidars Above Southern France. S. M. Khaykin et alia. Geophysical Research Letters. DOI:10.1002/2017GL076763
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