Si mi abuelo Ron Casey, de ochenta y cuatro años, hubiera nacido algunas generaciones más tarde, hoy estaríamos hablando del “otoño” de su vida, en lugar del “invierno”, y tendría la posibilidad de vivir otros treinta y cinco años sano para llevar a cabo sus caprichos.
Algunos de nuestros expertos más radicales piensan que en los próximos cincuenta años una persona de noventa años parecería como de treinta y se sentiría como una de cuarenta y cinco gracias a la explosión de la medicina regenerativa, a la investigación genética y a la biotecnológica
Los niños de hoy podrían vivir hasta los 120 años o más. En este sentido, el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, en Washington, predice que una mujer nacida hoy tiene un 40 por ciento más de posibilidades de sobrevivir hasta los 150 años. De hecho, aseguran, nuestros hijos podrían no morir jamás.
“Hace cinco años era difícil escuchar a un científico usar la palabra “inmortalidad”, pero eso es exactamente lo que está ocurriendo ahora”, afirma Joanne Nova, una científica australiana graduada en biología molecular y lectora asociada en Ciencias en la Universidad Nacional de Australia. “Nosotros podríamos ser la última generación de mortales”, asegura.
Todas estas noticias son muy buenas para el bisnieto de Ron, que tiene seis años y que se llama Darcy. Él y su generación serán testigos del final de la diabetes, el Parkinson, el Alzheimer, el cáncer u otras enfermedades.
El símbolo de Superman
Incluso podrían ver a Superman volver a caminar. La lucha de Christopher Reeve para caminar después de haberse partido el cuello mientras montaba a caballo podría finalmente ser victoriosa, según científicos del hospital estadounidense Johns Hopkins. Sus investigadores han conseguido que ratas paralíticas vuelvan a caminar, y esperan empezar las pruebas con seres humanos en los próximos cinco años.
Las ratas paralíticas, inyectadas con células neuronales, recuperaron su habilidad para caminar. Este estudio demuestra que las células producen nuevas neuronas que reemplazan a las muertas. Este hecho es de una enorme importancia y podría incrementar considerablemente las posibilidades de curación en estos casos.
Además de estos avances, los científicos descubrieron el año pasado un nuevo tipo de células que pueden ser recogidas de los huesos de la médula en personas adultas, siendo tan versátiles como las de naturaleza embrionaria, pero sin dilemas morales.
La clave para nuestra inmortalidad podrían ser nuestros genes. De hecho, en los Estados Unidos, un grupo de investigadores ha conseguido doblar la edad de un nematodo “silenciando” uno de sus genes involucrado en el envejecimiento.
Revertir el envejecimiento
Al mismo tiempo que envejecemos, los cromosomas de nuestras células se acortan y, en cierto punto, dejan de dividirse, de tal forma que nuestra piel se arruga y nuestros músculos y huesos se debilitan.
Sin embargo, una empresa norteamericana ha desarrollado una enzima que revierte el proceso de envejecimiento de las células, reconstruyendo los finales de los cromosomas y restaurándolos.
En cualquier caso, los científicos más conservadores piensan que estas especulaciones son fantasiosas. “Es cierto que vivimos un tiempo enormemente excitante, desde un punto de vista científico, pero tenemos que ser cautos”, afirma Dawn Gleeson, lector senior en genética en la Universidad de Melbourne. “Creo que es muy peligroso sugerir que estamos cerca de alcanzar la inmortalidad”.
El célebre escritor y científico Karl Kruszelnicki afirma por el contrario que “mucha gente viva hoy podría ser la primera generación de inmortales, o la última generación de mortales. Lo dice en el libro Flying Lasers, Robofish and Cities of Slime.
Hasta los 5.000 años
Kruszelnicki opina que la raza humana está haciendo frente a una revolución genética en cinco etapas diferentes. Según esta teoría, la cuarta etapa incluiría la mejora de ciertas partes o sistemas de nuestro cuerpo, lo que nos permitiría, de ese modo, vivir para “siempre”, pongamos 1.000 años.
Prácticamente todos los sistemas de nuestro cuerpo pierden lentamente sus funciones: la piel, los huesos, los músculos, los riñones, el corazón, los vasos sanguíneos, el hígado etcétera. Una vez que estos órganos hayan sido rejuvenecidos, tendremos un cuerpo sano como el de un quinceañero durante 500 o 5.000 años. Esto podría pasar quizá en los próximos cincuenta años.
Si este nivel de la medicina regenerativa estuviera disponible hoy, el daño hecho al cuerpo de Ron debido al envejecimiento podría ser erradicado o incluso nunca lo hubiera sufrido. Una inyección de células podría reparar muchos de los daños; y un escáner nada más haber nacido habría podido revelar su predisposición a sufrir un ataque al corazón.
Además, una simple corrección en uno de sus genes hubiera eliminado el glaucoma que hoy reduce su visión, así como la artritis que limita sus movimientos. Podría haber disfrutado mucho más con un corazón sano capaz de bombear mejor su sangre, respirando, de ese modo, más fácilmente.
Pero la ciencia no sólo nos mantendrá más sanos y vivos por más tiempo, sino que además pondrá las bases de generaciones venideras mucho más sanas. Así, cuando Darcy, el bisnieto de Ron, sea padre podrá, si lo desea, seleccionar las características genéticas de su descendencia, eligiendo el color de sus ojos y pelo, su sexo o su nivel de inteligencia. Naturalmente, estos niños estarán libres de enfermedades.
Úteros artificiales
Incluso podrían se gestados en úteros artificiales, según el biólogo de la Universidad de Queensland, Víctor Nurcombe, quien predice que la mayoría de los nacimientos tendrán lugar fuera del cuerpo humano dentro de sólo unas décadas.
Según Nurcombe, en diez años todos los niños serán escaneados al nacer para conocer su predisposición a sufrir enfermedades y desórdenes genéticos. “Hoy los niños de seis años de edad tienen una esperanza de vida de 120 años o más”, dice Nurcombe.
Pero, ¿cómo vivirá la generación de Darcy una vida tan larga? “Aunque tengamos la habilidad científica para ampliar la vida, la forma en que el cerebro haga frente a ese hecho es una cuestión muy diferente”, asegura Nurcombe. “La posibilidad de ser inmortales cambiará todos los contratos sociales”, dice. “¿Querremos realmente estar casados con una sola persona más de un siglo?”
“Somos una raza que está naturalmente diseñada para tener hijos a los diez y morir a los dieciocho o veinte, por ello la inmortalidad nos obligará a repensar nuestras estructuras sociales; no estamos preparados para vivir tanto”. Si los niños de hoy podrán vivir para siempre, ¿cómo estirarán los gobernantes los recursos para cubrir sus necesidades?. ¿Es, entonces, la inmortalidad la necesidad más acuciante para el ser humano?
¿Cómo vivir para siempre?
Kruszelnicki cree que no. Piensa, por el contrario, que en el planeta hay problemas más importantes que resolver. ”Los países pobres no tienen suficiente comida, médicos, educación, agua limpia etcétera. Si conseguimos que todo el mundo tenga una calidad de vida razonable, entonces podremos plantearnos una revolución genética.”
Teniendo esperanza en poseer buenos genes. Si nuestros abuelos viven largas vidas, nosotros mismos tendremos muchas posibilidades de tenerlas igualmente.
En primera instancia, lo mejor no es confiar en que la ciencia nos va a proporcionar esa posibilidad, sin embargo, cada año de vida que vivamos de más, sin duda, los avances científicos estarán más cerca de conseguirlo.
“Incluso si tienes predisposición a sufrir, por ejemplo, cáncer de mama, se puede “esquivar” llevando una vida sana. Esos dos o tres años extra son, quizá, los que la ciencia necesita para adelantar en ese área y salvar vidas”, afirma Joanne Nova.
Hacer niños
Los científicos aseguran que la infertilidad será vencida una vez que sea posible extraer ADN de mujer de una célula de su cuerpo, como se hace con células de piel, y ponerlo en el óvulo sano de otra mujer y, después, eliminar su ADN. Esto ya se está haciendo, experimentalmente, en los Estados Unidos.
El premio Nobel Paul Nurse y jefe ejecutivo del Cancer Research UK, predice que en veinte años será posible tener la secuencia completa del genoma de cada niño recién nacido.
De cada niño se podrá editar una tarjeta con su identidad genética que contendrá la información respecto al riesgo de desarrollar ciertas enfermedades. Aunque esto es muy bueno para la prevención de enfermedades, Paul Nurse, advierte que puede llegar a convertirse en una siniestra forma de discriminación, con gente siendo rechazada por empresas o aseguradoras debido a sus defectos genéticos.
Artículo publicado originalmente en The Age, Melbourne, Australia. Se reproduce con autorización de los editores. Traducción del inglés: Raúl Morales. Copyright: Michelle Hamer/The Age, Melbourne, Australia.
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