La forma en la que respiramos contribuye a que nuestros recuerdos se consoliden, se refuercen y se estabilicen, según una investigación del Instituto Karolinska de Suecia que se publica en The Journal of Neuroscience.
Si respiramos por la nariz en lugar de por la boca después de tratar de aprender una serie de olores, los recordamos mejor. Los investigadores sugieren que la respiración por la nariz facilita la comunicación entre las redes sensoriales y la memoria a medida que los recuerdos se fortalecen.
Según los investigadores, se trata de la primera evidencia de que la respiración tiene un impacto directo en la consolidación de eventos episódicos y apoya la idea de que las funciones cognitivas básicas están moduladas por el ciclo respiratorio.
La investigación sobre cómo la respiración afecta al cerebro se ha convertido en un campo cada vez más popular en los últimos años y las nuevas metodologías han permitido realizar más estudios, muchos de los cuales se han concentrado en la memoria.
La nueva investigación ha comprobado que las personas que respiran por la nariz consolidan mejor sus recuerdos. «Nuestro estudio muestra que recordamos los olores mejor si respiramos por la nariz cuando la memoria se está consolidando, el proceso que tiene lugar entre el aprendizaje y la recuperación de la memoria», explica Artin Arshamian, una de las investigadoras, en un comunicado. Y añade: «Es la primera vez que alguien ha demostrado esto».
Una de las razones por las que este fenómeno no ha estado disponible para estudio anteriormente es que los animales de laboratorio más comunes, como las ratas o los ratones, no pueden respirar naturalmente a través de la boca.
Para su estudio, estos investigadores plantearon a 24 voluntarios, que tenían entre 19 y 25 años de edad, que aprendieran doce olores diferentes en dos ocasiones distintas. Luego se les pidió que respiraran por la nariz o por la boca durante una hora.
Cuando se acabó el tiempo, a los participantes se les presentó el primer grupo de olores, así como un nuevo conjunto de doce olores, y se les pidió que dijeran si cada uno de esos olores pertenecía al percibido en la sesión de aprendizaje o era el nuevo.
De esta forma descubrieron que cuando los participantes respiraban por la nariz entre el momento del aprendizaje y el reconocimiento, recordaban mejor los olores. «El siguiente paso es medir lo que realmente sucede en el cerebro durante la respiración y cómo se relaciona esto con la memoria», añade Arshamian.
Nuevo método sin electrodos
«Esto era anteriormente una imposibilidad práctica, ya que los electrodos debían insertarse directamente en el cerebro. Hemos logrado solucionar este problema y ahora estamos desarrollando un nuevo método para medir la actividad en el bulbo olfatorio, sin tener que insertar electrodos».
Investigaciones anteriores habían demostrado que los receptores en el bulbo olfatorio no solo detectan olores, sino también variaciones en el flujo de aire. En las diferentes fases de inhalación y exhalación, se activan diferentes partes del cerebro.
Sin embargo, se desconoce cómo se produce la sincronización de la respiración y la actividad cerebral y cómo afecta al cerebro y a nuestro comportamiento, si bien la medicina tradicional ha subrayado a menudo la importancia de la respiración.
«La idea de que la respiración afecta nuestro comportamiento no es realmente nueva», añade Arshamian. «De hecho, el conocimiento ha existido durante miles de años en áreas como la meditación. Pero nadie ha logrado demostrar científicamente lo que realmente sucede en el cerebro. Ahora tenemos herramientas que pueden revelar nuevos conocimientos clínicos».
Referencia
Respiration modulates olfactory memory consolidation in humans. Artin Arshamian et al. Journal of Neuroscience 22 October 2018, 3360-17; DOI:https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.3360-17.2018
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