Hace más de 15 años, David Warshaw, profesor de la Universidad de Vermont (EE.UU.) y sus colaboradores descubrieron que el mal funcionamiento de una proteína específica del corazón conduce a miocardiopatía hipertrófica (MCH), responsable habitual de casos de muerte súbita en atletas jóvenes.
Ahora, un equipo de científicos ha utilizado algunas de las conclusiones anteriores de Warshaw para desarrollar un posible tratamiento para prevenir la enfermedad, que es hereditaria y que puede hacer que el corazón se espese y se detenga el bombeo eficaz de la sangre, lo que lleva a insuficiencia cardíaca.
Warshaw, profesor de fisiología molecular y biofísica, escribe acerca de la importancia de esta potencial terapia en su columna Perspectives, en la revista Science.
La MCH puede deberse a diferentes mutaciones de muchas proteínas en el corazón. Una de esas proteínas, la miosina, actúa como pequeño motor molecular en cada célula muscular del corazón. Tira y libera una proteína similar a una cuerda, la actina, para que el músculo cardíaco se contraiga y se relaje a medida que bombea la sangre.
Una mutación de la miosina puede «alterar la capacidad de generación de potencia del motor» y hacer que el corazón trabaje de forma inadecuada, lo que a su vez hace que el corazón se agrande, dice Warshaw en la información de la universidad.
Durante muchos años, los científicos asumieron que la mutación hacía que la miosina perdiera su poder motor, acabando con todo el motor del corazón. Sin embargo, en un estudio publicado por Warshaw en 2000 en Circulation Research, él y sus colegas encontraron que este problema no disminuía la potencia de la miosina; era demasiada potencia para esta mutación.
Ratones
«Por analogía, colocar el motor de un coche de carreras (es decir, la miosina mutante) en el chasis de un coche común (es decir, la matriz del tejido conectivo del corazón) podría dar lugar a tensiones internas y daño estructural», escribe ahora Warshaw en Science.
«Para el corazón, esto equivale a la inducción de fibrosis cardiaca y al desorden de las células musculares que son características de los pacientes con MCH.»
El equipo de científicos que encontró una forma de abordar este problema pertenece a Harvard, a la Universidad de Colorado, a Stanford, y a la empresa MyoKardia de San Francisco, una compañía de biotecnología formada para desarrollar este tipo de tratamientos.
Utilizando ratones criados con la mutación, el equipo probó un pequeño inhibidor de moléculas que devuelve la generación de energía del motor de miosina a un nivel más normal.
Los ratones tomaron el fármaco que contiene la molécula con sólo ocho semanas de edad, y sorprendentemente se evitó que apareciera la MCH, según el estudio.
«Cuando le dieron el medicamento a un ratón joven con la mutación, el corazón del ratón se desarrolló con normalidad», dice Warshaw.
El desarrollo de un fármaco humano, sin embargo, requeriría pruebas mucho más extensas y muchas preguntas que quedan sin respuesta, añade.
Referencia bibliográfica:
D. M. Warshaw: Throttling back the heart’s molecular motor. Science (2016). DOI: 10.1126/science.aaf1636.
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