El asma es una enfermedad crónica que se caracteriza por ataques recurrentes de disnea y sibilancias, que varían en severidad y frecuencia de una persona a otra. Los síntomas pueden sobrevenir varias veces al día o a la semana, y en algunas personas se agravan durante la actividad física o por la noche.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en el mundo hay unos 235 millones de pacientes que padecen este trastorno. Ahora, una investigación canadiense revela que el asma podría tener un antídoto muy simple: 30 minutos de ejercicio al día, durante todo el año.
En un estudio publicado recientemente en la revista BMJ Open Respiratory Research , expertos de la Universidad de Concordia, del Hôpital du Sacré-Coeur de Montreal y de otras instituciones explican los resultados del análisis de los hábitos de ejercicio físico de 643 participantes previamente diagnosticados de asma.
Estos resultados fueron abrumadoramente claros: aquellos participantes que mantenían niveles óptimos de actividad física de forma regular presentaban 2,5 veces más de probabilidades de tener un buen control de sus síntomas, en comparación con aquellos que no hacían ejercicio.
Para que funcione en este sentido, el ejercicio no tiene que ser agotador, explican los investigadores en un comunicado de la Universidad de Concordia. «No estamos hablando de correr maratones», señala Simon Bacon, autor principal del estudio. «Caminar, montar en bici o hacer yoga durante sólo 30 minutos al día -en realidad, cualquier actividad física- puede dar lugar a una reducción significativa de los síntomas del asma».
Hacer poco es hacer mucho
Tradicionalmente, a las personas con asma se las disuade de hacer ejercicio, por la creencia de que este provoca dificultades para respirar y ataques de asma.
Bacon explica que, en este sentido, se pueden tomar medidas de precaución sencillas con las que evitar las molestias que puede causar la actividad física.
Según él, aunque el broncoespasmo inducido por el ejercicio es real, tomar un medicamento especializado previo y descansar o refrescase tras la actividad física podría bastar para evitar el síntoma.
Los resultados son importantes, pues del grupo de 643 personas estudiado, nada menos que 245 señalaron que no hacían ninguna actividad física. Sólo 100 de ellas dedicaban 30 minutos al día a cuidarse de esta manera.
«Estas cifras son un reflejo de la población en general», afrima Bacon, que calcula que, al menos en Canadá, el 40% de los individuos asmáticos no hacen nada de ejercicio físico. Pero «incluso una cantidad mínima de actividad resultará beneficiosa», asegura.
También en invierno
El científico señala además la importancia de mantener la misma actividad durante los meses de invierno, que es cuando los niveles de ejercicio tienden a caer con la temperatura, pues el aire frío puede ser otro desencadenante de los síntomas del asma.
Sin embargo, «nuestro estudio muestra que aquellos que fueron capaces de mantener su actividad física de forma regular durante todo el año se beneficiaban más de esta». Si es necesario, sugiere, se puede buscar un lugar recogido para hacer dicha actividad, como un gimnasio o un centro comercial. «Todo es cuestión de ser creativo y encontrar entornos donde el frío no se convierta en un problema».
Nuevas recetas
Por todo, Bacon cree que «sería genial que los médicos recomendasen la actividad física a los pacientes con asma, junto con los tratamientos farmacológicos tradicionales».
Otro tratamiento natural que al parecer también puede funcionar con el asma es la exposición al sol. Así lo demostraron en 2013 investigadores del King College de Londres. Esto se debe a que, si el cuerpo no recibe la suficiente luz solar, bajan sus niveles de vitamina D, una reducción está vinculada a un empeoramiento de los síntomas.
El grupo investigó el impacto de la vitamina sobre un producto químico del cuerpo, la interleucina-17. Es una parte vital del sistema inmunológico y ayuda a combatir las infecciones. Sin embargo, puede causar problemas, como asma, cuando los niveles son demasiado altos.
De hecho, los científicos sugirieron entonces que la cultura de cubrirse del sol y el uso de protectores solares puede haber aumentado las tasas de asma, aunque también adviertieron de que el exceso de sol puede ser perjudicial.
Referencia bibliográfica:
Simon L Bacon, Catherine Lemiere, Gregory Moullec, Gregory Ninot, Véronique Pepin, Kim L Lavoie. Association between patterns of leisure time physical activity and asthma control in adult patients. BMJ Open Respiratory Research (2015). DOI: 10.1136/bmjresp-2015-000083.
Hacer un comentario